La coherencia va unida a aquellos que valoran sus principios, la honestidad, la fidelidad, la lealtad, la ética y la integridad. Lo demás representa oportunismo, arribismo y traición.
Una de las divisiones en las que se pueden catalogar a los seres humanos es en «bandos» que determinan el comportamiento en momentos de toma de decisiones. Por un lado, se encuentran los coherentes, y por el otro, los predecibles oportunistas.
Estas características son incluso difíciles de apreciar a simple vista, ya que los últimos intentan asemejarse a los primeros, prometiendo integridad, lealtad y fidelidad. Sin embargo, cuando cambian los contextos y creen que su comportamiento podría ser desfavorable para sus intereses, cambian de bando rápidamente, con traición, en ocasiones de un día para otro.
La simulación se convierte en el manto que cubre la deslealtad, un muro de hipocresía que ha existido a lo largo de la historia humana, llena de relatos de valentía y traición, lealtades y sacrificios, así como de oportunistas históricos.
¿A quién molestan los coherentes? Si ves a alguien criticando a aquellos que son fieles a sus principios, es probable que crean que la vida consiste en ir de un lado a otro en busca de beneficios, vivir de rodillas y, peor aún, traicionar a quienes les ayudaron y sirvieron. Esto se debe a que carecen de los principios básicos que distinguen a los grandes hombres y mujeres que han escrito los mejores pasajes de la historia humana.