La dignidad tiene un precio, y se debe renunciar a tiempo para mantener la dignidad a cualquier precio.
Debio renunciar y no ser arrastrado por la destitución, ahora no se vale.
Salcedo, quien fuera derrotado por ese mismo segmento que hoy lo pone igual, cubre de verguenza la simple palabra «decoro» o su hermana «dignidad».
¿Cuál es el piso?, ¿cuánto vale la dignidad y el sentido común, el respeto a si mismo, el amor propio, el caracter?
De Salcedo poco nos queda por imaginar en su desden y soledad social, muerto político hoy se entierra, pero para usted Almeida, le cogio tarde y hoy, queda relegado de sus puestos bochornosamente por no saber que no se come donde se defeca, no puedes mantener un empleo cuando el criticas con tanta vehemencia a tu empleador.
El silecio quien sabe, ahora, sea, en medio del bochorno, la mejor posición, no la guaperia tardia, tenga razon o no.
La próxima vez quien sabe, aprenda a adelantarse a la jugada de su criticado.