La pérdida de estos ecosistemas, dice la organización conservacionista, demuestra el poco rol de vigilancia y fiscalización que el Estado ha tenido sobre los espacios de manglar, ya sea que estén dentro de áreas protegidas o no.
Santo Domingo. La protección de los manglares y la restauración de espacios asociados a este ecosistema es uno de los pilares del trabajo que realiza desde su fundación, en 1991, el Centro para la Conservación y Ecodesarrollo de la Bahía de Samaná y su Entorno (Cebse).
Su directora, Patricia Lamelas, recibió en 2018 el Premio Seacology, por sus aportes ambientales a la provincia costera y alrededores.
Pese a los esfuerzos de organizaciones sin fines de lucro, autoridades, ecologistas e iniciativas privadas por preservar los manglares, la realidad es que cada vez hay menos, advierte Lamelas en el Encuentro Verde de Listín Diario.
En el país se publica mucho sobre la importancia y la belleza de los manglares, pero muy poco sobre su situación. ¿Cuál es la situación real de este ecosistema en República Dominicana?
A pesar de las diferentes campañas de educación llevadas a cabo por diferentes ONG en todo el país, la valoración de los bosques de manglar por parte de la sociedad civil no ha sido suficiente para lograr un empoderamiento real en la conservación y defensa de los bosques de manglar a nivel general. Cada año, mientras en ciertas zonas de República Dominicana los manglares mejoran su estado de conservación fruto de los trabajos realizados por diversas ONG, las noticias de quema y tala de zonas de manglar en el país continúan.
Un ejemplo claro de esto es el manglar de Los Corozos, en Samaná, y los manglares de Bajo Yuna. Mientras Cebse destinaba todos su esfuerzos en restaurar las 3 hectáreas de manglar de la comunidad de Los Corozos, en Bajo Yuna ganaderos y parceleros se abrían paso dentro de los manglares, esto dejando en evidencia la vulnerabilidad de las zonas de manglar, por más grandes e importantes que sean y, a la vez, demuestra el poco rol de vigilancia y fiscalización que el Estado ha tenido sobre los espacios de manglar, ya sea que estén dentro de áreas protegidas o no.
¿Cuánto nos quedan?
Muy pocos. Significativamente poco, diríamos, y cada año los números son menores. Desde los años 70 hasta la fecha solo en el manglar de Bajo Yuna hemos perdido poco más del 40% del bosque de manglar original. En la zona este del país los manglares son casi inexistentes pues áreas que antes eran humedales con manglares ahora son hoteles todo incluido.
Otro ejemplo es la costa norte de Samaná (Las Terrenas-El Limón), donde actualmente se encuentra el segundo bosque de manglar más extenso de la provincia, pero a pesar de su gran extensión, la conectividad del ecosistema se ve afectada por el desarrollo inmobiliario. Lo que antes eran humedales y manglar, ahora son villas de alquiler para vacaciones. Este es actualmente el bosque de manglar más amenazado de la península y en el cual estamos invirtiendo mucho tiempo y esfuerzo por salvar.
¿Qué peligros concretos acechan a los principales bosques de manglares dominicanos?
La ganadería y el cultivo de arroz y el desarrollo inmobiliario para desarrollar proyectos turísticos a costa de nuestros recursos naturales. Si recorremos la isla desde Montecristi, llegando a Samaná y finalizando en Pedernales, veremos este mismo patrón. La situación actual de nuestros manglares y zonas de humedal deja en evidencia la necesidad que tiene la República Dominicana de contar con una ley de ordenamiento territorial con un enfoque hacia la adaptación climática y una ley sectorial de recursos costeros y marinos. Ambos proyectos de ley llevan más de 10 años dando vueltas en el Congreso por falta de voluntad política.
Pese a todo, ¿ha habido logros en los últimos años en su conservación o reforestación?
Sí. Y esos pequeños casos de éxito son los que nos llenan de esperanza. Un ejemplo claro fue 2013, año en que celebramos la restauración en su totalidad del manglar de Los Corozos, en Arroyo Barril, Samaná. Luego de unos largos 4 años de trabajo en educación, empoderamiento de la comunidad y trabajo mancomunado con organismos del gobierno central y la municipalidad, logramos eliminar las amenazas que pesaban sobre los manglares y la biodiversidad asociada a ellos.
Otro ejemplo es Bajo Yuna. A pesar de que las amenazas continúan, en 2018 logramos restaurar 100 hectáreas afectadas por la ganadería y agricultura ilegal. Además, debemos decir que cada día la lucha por la conservación de los manglares deja de ser un trabajo realizado de manera aislada de cada ONG en su zona de trabajo y pasa a ser un deber conjunto.
Sin dudas República Dominicana está en camino a ser un modelo para la región en materia de colaboración interinstitucional en pro de la conservación de nuestros últimos bosques de manglar.
¿Qué falta por hacer?
Falta más educación y colaboración. Los manglares deben verse como un orgullo para el país y no como tierra desperdiciada. Eso solo se logra con educación y el trabajo mancomunado del sector público y las organizaciones de la sociedad civil. Urge crear un sentimiento de orgullo nacional por nuestros manglares y esto es algo posible y que ya ha pasado con otras especies como la Rosa de Bayahíbe, una planta que pasó de ser una desconocida para los dominicanos y que ahora representa un orgullo nacional y forma parte de nuestra marca país.
Si todas las organizaciones trabajando juntas logramos que los dominicanos conozcan y valoren nuestros manglares como los ecohéroes que son, sin duda le espera un futuro muy esperanzador a este ecosistema.
¿Cuál es la importancia del ecosistema de manglar en la captura de carbono? ¿Qué elementos se deben tomar en cuenta?
Los bosques de manglares son ecosistemas claves para la lucha contra el cambio climático dado su gran potencial de captura de carbono. Si bien no representan una cobertura global extensa, la cantidad de carbono capturada por hectárea supera la mayoría de los bosques que conocemos; entre otras cosas, debido al elevado potencial de captura de sus suelos y su alta productividad.
Al momento de realizar estudios de carbono en manglares es necesario tomar en cuenta los siguientes elementos: contar con un presupuesto adecuado para garantizar un muestreo estadísticamente significativo y contar con un conocimiento previo del bosque a evaluar para con base en ello establecer el diseño del muestreo.
¿Cómo marcha la labor del Cebse con la comunidad en Samaná? ¿Sus programas de capacitación y educación ambiental con los jóvenes, el vivero marino, el sendero costero de manglar?
Todos los trabajos que hacemos en Samaná llevan detrás un importante componente de divulgación e involucramiento comunitario. Ningún ecosistema será salvado si no se toma en cuenta a los usuarios del mismo.
Desde los monitoreos de avance, la recolección de semillas hasta la siembra de plantas, todo esto se hace de la mano de las comunidades colindantes con las zonas de manglar y en varios casos hemos desarrollado iniciativas ecoturísticas, como las rutas de kayak en Bajo Yuna y Los Haitises, que son operadas por cooperativas de la comunidad.
Otro ejemplo es el manglar de Las Garitas. Con un pequeño sendero en uno de los últimos parches de manglar en esta zona, hemos elevado el nivel de empoderamiento y orgullo de esta comunidad al punto que ven este sendero y el manglar como suyos. El sendero en el manglar de Las Garitas ha servido también como un espacio de interacción dentro de nuestros programas de educación ambiental. Jóvenes de las escuelas y profesores utilizan el sendero como aula de la naturaleza para aprender sobre el manglar, los humedales costeros y especies asociadas.
DE INTERÉS
Espacio de reflexión. El Encuentro Verde de Listín Diario es coordinado por la bióloga Yvonne Arias y se realiza con el apoyo de la fundación Propagás. La publicación forma parte del proyecto Vida Verde.