La sociedad construye sus hombres y mujeres, es responsable de sus ciudadanos, de su salud, educación, formación, los viste, les inculca valores, antivalores, credos, tabúes, miserias humanas, humanismo… y todas las facetas buenas para algunos, malas para otros.
Puede que sea un instrumento de otros, puede que sea «original» pero la realidad es que este seguro emprendedor creó una de las páginas, posiblemente la puntera y primera página de música urbana de la República Dominicana y nadie lo pudo destronar, se volvió promotor y productor de muchos que sonaron y suenan, a sabiendas que la fama, salvo raras excepciones en este tipo de llamada música, dura poco, hizo dinero y fama en el mundo del underground sin que «arriba» en los llamados «medios» se le conociera.
Ya era famoso en discotecas, entre productores, en todo el mundo del «mundo urbano» hasta que poco a poco fue sacando la cabeza, primero en su línea y luego, pasando su propia línea hasta meterse en el estatus cuo donde gente como él, no encaja pues son, tarde o temprano, expulsados.
Para colmos, en un momento de auge, se deja atrapar por la politiquería barata y cae, junto al presentador Correa y el Boli, en los planes Danilistas que creyó que son los «influencers» podría avanzar.
AloFoke ( Santiago Matias) no tardó en comenzar a cometer errores en un mundo desconocido para él, mucho más turbulento y por que no, mucho más hipócrita donde se juegan cartas marcadas y donde los delitos quedan impunes por contactos, no por dinero… jugó y perdió.
Durante un tiempo se mantuvo tratando de entrar a un mundo que le desprecia, a él y alos suyos, a lo que él representa, donde en vez de «matar ojos con un ferrary» se viaja en secreto a Dubai y donde en muchas ocasiones necesitas haber estudiado en el Colegio X con los hijos de Fulano y Mengana, más que tener dinero, una casa grande y 15 mujeres operadas por el mismo bisturí que es lo que el mundo de Alofoke vende, a veces basado en prestados, a sus seguidores.
La hipocresía de un mundo que usa a los urbanos no se hace esperar, los grandes de los medios los usan y los desechan, suben el ranking pero les desprecian y por eso, más allá de la fama y el dinero, terminan como pez fuera del agua sintiendo lo que hoy siente, luego de saber que nunca, por mucho apoyo que tuviera, saldría ni regidor.
Vuelve a su mundo, se aparta de lo que él llama Vida Pública esperando que aprendiera que la fama es efímera si tienes poco que sumar a una sociedad.
Sin llamar a engaños, Santiago Matias, Alofoke, es nada más y nada menos parte de la sociedad que vivimos que pare rubios de casas con apellidos europeos y pasaportes también pero además, pare reguetoneros, dembowseros, mulatitos y hasta negros que hablan como si tuvieran una papa en la boca para diferenciarse de sus semejantes constituyendo un aparte de todo el mundo exterior.
Matias regresa a su mundo, seguramente menos hipócrita del mundo que lo usó.