En Twitter es donde se libran las grandes guerras políticas, muchos hablando, todos opinando, casi todos se dicen ser expertos y de una vez, van hacia loa ataquues personales.
Hace mucho tiempo las redes dejaron de ser lugares anónimos.
Caso la mitad de los mensajes en esa red son mensajes de odios, ammenzas, intromisiones en la vida personal, cooacción de la libertad de expresión o expresión de fanatismos desenfrenados.
Ahora aparecen amanezas contra el presidente Danilo Medina que si bien es cierto que la cuenta de Twitter existe, si bien es cierto que la amenza está (esto pasa todos los días, no solo contra el presidiente), también es cierto que hay formas de denunciar los mensajes de odio, de averiguar incluso todos los datos del origen de la cuenta y para ello con nuestros impuestos, existen departamentos en las instituciones de seguridad que combaten lo que es considerato delito.
La ammennza se hizo desde una cuenta institucional que fue hackeada, ya recuperada por los propios organismos de seguridad.
Yo mismo he denunciado cuentas y grupos tambien en facebook y las redes proceden a investigar, bloquear y dar curso legal si las amenzas son ciertas.
Nadie es anónimo en Twitter ni en red alguna, y si se pueden averiguar los orígenes de fotos de una modelo o presentadora de TV, ¿por qué no de quien amennza al presidente?
Un tema es eso, y otra es que se use, por los mismos danilistas, no solo para victimizar o incrementar la amanaza de algun loco del teclado, sino que además, usan esta amenaza para hacer ver que son los contrarios políticos con los que han lanzado esta.
La gran pregunta: ¿a quién le conviene amanazar ahora, en los finales de su mandato al presidente?
Son trucos viejos: SI NO TIENES EL ENEMIGO, CREALO.
Para quien escudriña la historia el caso podria ser hasta peor.
Una anecdota dice que el presidente de turno de los Estados Unidos llamó a un periodista para que fuera CUBA a reportar la Guerra Hispano-USA-CUBA y cuando el periodista le reclamó: «pero nosotros no estamos en la guerra de CUBA» este sonrio y le dijo: «tu ve, que la guerra te la pongo yo«.
A los dos días explotaba en el puerto de la Habana el acorazado Maine, que provocó la entrada de USA en la guerra.