Antonio Taveras logró retener el cetro por encontrarse en una realidad totalmente adversa con adversarios doblemente poderosos que no le perdonaron ni un minuto nada.
Es válido reconocer que como político cometió muchas fallas pues los «aliados» hay que seleccionarlos bien, saber «con quién te fotografías y con quién no y sobre todo, saber comunicar.
Antonio llegó «encima de la OLA» y era un «outsider» tuvo que ser «aceptado», pero para reelegirse le tocaba administrarse dentro del PRM lo cual es casi imposible, porque su partido es una diáspora que ni el presidente controla o manda, por lo que las fuerzas que le adversaron superaba en número y recursos lo previsible e incluso, desde instituciones públicas.
Llegó la campaña y entre errores y adversarios internos la opción «contraria» emergió sola aun siendo una figura «trasnochada», desatando las alarmas porque los números eran irreconocibles y duro de entender.
Se necesitaba revisar todo y Antonio lo hizo a tiempo, al menos en un 60%, pues le toca al final ahora hacer las «paces» con quienes optaron por él aun con tropiezos y «peros» pendientes.
Aun cuando se podría celebrar una victoria en números, para la buena labor legislativa que se ha hecho frente a poner encima de la mesa la inviabilidad de quienes le compitieron desde la Alianza, el triunfo, acelerado por movimientos de última hora que llegaron parece, mandadas por el presidente para poner las cosas claras a quienes se complotaban en contra del senador pero además, del partido, no es suficiente.
Hasta casi última hora (días antes) había temores serios sobre los resultados, ameritando ahora el análisis consciente, porque toca limar asperezas, redefinir el rumbo, comunicar mejor y dejar detrás el lastre cargado por la razón que sea, aun la sonrisa aflore de su boca por haber podido llegar a la cima del palo encebao’ que fueron estas elecciones.
@Fdo_Buitrago