Un ‘jueves negro’ de la economía deja muy débil al presidente y aumenta las posibilidades de un retorno de Cristina Fernández de Kirchner
Argentina se asoma al abismo. Con el peso en descenso continuo, caídas de los valores bursátiles y un riesgo-país que llegó a rebasar los 1.000 puntos, la jornada del jueves demostró que la crisis de confianza se agudiza. A la creciente incertidumbre política, con el presidente Mauricio Macri bajando en los sondeos y con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner cada vez mejor situada, se suma a la incertidumbre económica: pesan grandes dudas sobre la capacidad gubernamental de controlar la inflación.
El banco central tuvo que subir los tipos de interés de las Leliq (letras de liquidez) hasta el 70% para apuntalar un peso que desfallece semana a semana. Los mercados financieros habían abierto con unas cifras muy alarmantes. El dólar se cambiaba por encima de los 47 pesos, los bancos y las empresas energéticas caían más de 10 puntos en Wall Street y el riesgo-país (el sobreprecio que exigen los inversores para prestar dinero) sobrepasaba los 1.000 puntos, es decir, el 10% anual. Para hacerse una idea de la desconfianza internacional hacia Argentina, conviene subrayar que ningún otro país de la región, salvo Venezuela, paga un riesgo-país superior a 250.
Las cosas se calmaron un poco al cierre. El dólar quedó en 46,30 pesos (45 en el mercado minorista) y el riesgo-país en 950. Pero todas las señales eran claras. Reinaba la impresión de que a Macri se le escapaba la situación de las manos y que su “pacto entre caballeros” con varias empresas para mantener estables los precios de unos 60 productos de primera necesidad era una venda demasiado pequeña para contener la hemorragia de la inflación. Se estima que en abril los precios volverán a aumentar por encima del 4%, y que el precio de los combustibles, dolarizado, subirá de forma inminente por la debilidad del peso.
Macri acudió a la Casa Rosada y su jefe de gabinete, Marcos Peña, se reunió con varios ministros. No hubo declaraciones. El ambiente, según un testigo presencial, era “pesado” y los rostros reflejaban la tensión del momento. Un portavoz de Peña admitió las dificultades, pero subrayó que las elecciones de octubre y noviembre estaban aún lejanas.
La llamada “Opción V” irrumpió en el debate político. Consistiría en una renuncia de Macri a presentarse a la reelección y en lanzar la candidatura de María Eugenia Vidal, la actual gobernadora de Buenos Aires. El PRO (Propuesta Republicana) de Macri se apresuró a reafirmar al actual presidente como candidato, y los portavoces de Vidal insistieron en que la gobernadora, de 45 años, no tenía intención de aspirar a la Casa Rosada. Pero los rumores no amainaron. El hecho de que Vidal presentara un plan de contención de precios limitado a la provincia de Buenos Aires y que, a diferencia de Macri la pasada semana con su “pacto entre caballeros”, lo hiciera personalmente, sin delegar en un grupo de ministros, contribuyó a reforzar su perfil.
Desde la Casa Rosada se afirma que la causa de las turbulencias económicas y políticas tiene nombre y apellidos: Cristina Fernández de Kirchner. La ex presidenta sigue sin decir una palabra sobre si será o no candidata. Caben pocas dudas, sin embargo. Kirchner ya actúa en modo electoral, y los sondeos, ahora, la dan como vencedora frente a Macri. A los mercados financieros y a la parte del país que no simpatiza con el kirchnerismo les alarma la posibilidad de un retorno de la expresidenta. Se da por seguro que si volviera a la jefatura del Estado renegaría del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (que entre junio y septiembre pasados prestó 57.000 millones de dólares) y suspendería el pago de la deuda.
El peso de la deuda
Pero la posibilidad de un default argentino existe, con Kirchner o sin ella. Cada vez más economistas expresan su opinión de que los 34.000 millones de dólares a devolver el año próximo suponen una carga excesiva para una economía que sigue en recesión, y que el aumento de la deuda en términos reales (por la devaluación del peso) exigiría unos recortes presupuestarios casi inasumibles. La deuda pública argentina supera el 90% del Producto Interior Bruto y casi toda ella está nominada en dólares.
El miércoles, Macri volvió a señalar a Kirchner. “El mundo duda porque cree que los argentinos quieren volver atrás; eso da miedo al mundo, entonces aumenta el riesgo-país y se toman posiciones defensivas. Pero están equivocados, las dudas son infundadas: los argentinos no vamos a volver atrás, entendimos que la magia no existe y que el mesianismo nos lleva a destruir la sociedad”, dijo. El presidente subrayó que el FMI había concedido a Argentina el mayor préstamo de su historia porque tenía fe en las políticas liberales que desarrollaba su gobierno. “Tenemos que mantener la calma”, afirmó.
En realidad, quien parece más tranquila es Kirchner. El próximo 9 de mayo presentará en la Feria del Libro unas memorias tituladas Sinceramente, cuya enorme tirada inicial (60.000 ejemplares) ya está agotada antes de salir a la calle. La publicación del libro, justo cuando se acerca la carrera electoral, es interpretada como signo inequívoco de que Kirchner ha tomado la decisión de presentar su candidatura. Sus enemigos argumentan que la ex presidenta necesita recuperar el poder para blindarse ante las numerosas causas judiciales por corrupción; sus fieles añoran la relativa prosperidad de los años de Néstor y Cristina Kirchner y reclaman su retorno. Ella, de momento, calla. Se limita a difundir mensajes sobre la necesidad de “recuperar el orden” frente al “caos” de Mauricio Macri. La expectación ante la presentación de su libro, y ante lo que pueda decir durante ese acto, es enorme.
Cristina Kirchner disfruta de una ventaja paradójica. Cuanto más probable aparece su vuelta al poder, más se alarman los mercados financieros y más empeoran los indicadores económicos. Lo cual complica a su vez la situación de Macri. En general, la sociedad argentina está crecientemente decepcionada por la gestión de Mauricio Macri, y eso se refleja en todos los sondeos. El hombre que prometió resolver de una vez por todas los males endémicos de la economía (inflación y devaluación, pobreza, corrupción) se enfrenta al final de su mandato con una crisis devastadora, en gran medida por sus propios errores.