Hasta hace poco más de un año, Estados Unidos y la UE negociaban con buen ritmo el contenido del llamado TTIP, el que habría sido el tratado de libre comercio más importante del planeta. De la decepción por el fracaso de ese intento de alianza se ha pasado sin apenas transición a una guerra comercial abierta provocada por el anuncio por parte de la administración norteamericana de que impondrá aranceles suplementarios al acero y el aluminio europeos. Bruselas ha lamentado esta decisión, pero ha respondido ya con un procedimiento ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la puesta en marcha de medidas de respuesta (aranceles) contra productos norteamericanos. La política del presidente Donald Trump ha abierto la puerta de un conflicto cuyas repercusiones pueden llegar muy lejos. Y no para bien.
Estados Unidos ha decidido anular la exención provisional que afectaba a Europa, Mexico y Canadá y activar de forma permanente la imposición de un impuesto de aduana extraordinario del 25% a las importaciones de acero y un 10% a las de aluminio. Nada más conocerse la noticia, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo que «Estados Unidos no nos deja otra opción que proceder con un mecanismo de disputa ante la OMC y con la imposición de aranceles adicionales a una serie de importaciones procedentes de Estados Unidos. Defenderemos los intereses de la UE cumpliendo totalmente con la legislación comercial internacional».
Las medidas de represalia las tomará la Comisión Europea hoy mismo, puesto que es algo que ya estaba preparado ante la insistencia de Estados Unidos de mantener la amenaza de elevar sus aranceles. «Durante los últimos meses hemos hablado con EE.UU. a todos los niveles posibles para atajar de forma conjunta el problema de la sobrecapacidad en el sector del acero, que sigue estando en el corazón del problema» dijo Juncker al recordar que «la UE no es la fuente del problema de sobrecapacidad, sino que, por el contrario, está igualmente afectada por este». A su juicio, lo que ha hecho Trump «es proteccionismo puro y simple».
Amigos, pero menos
La medida ha sido recibida con estupor y contrariedad por parte de la práctica totalidad de los agentes económicos europeos e incluso por la cámara de comercio euro-norteamericana. La Comisión Europea tiene las competencias exclusivas en materia de comercio exterior, por lo que ha sido el colegio de comisarios el que ha aprobado la lista de medidas de respuesta, aunque los gobiernos de los países miembros fueron informados. Las medidas que entran en vigor se han centrado en una lista de productos sobre todo simbólicos como zumo de naranja, whisky, tabaco y vaqueros, a los que se les añadirá un impuesto de aduanas del 25%.
La comisaria de Comercio, Cecilia Malmstrom, declaró por su parte que «es un mal día para el comercio mundial». A su juicio, la UE ha hecho «todo lo posible» para evitar que se produjese este enfrentamiento y ha criticado la actitud de Washington de usar esta posibilidad como un medio de chantaje cuando «esa no es la manera en la que negocia la UE» y menos cuando se trata de «socios, amigos y aliados duraderos».
También la patronal europea ha criticado la actitud norteamericana y ha exigido que se implanten cuanto antes las medidas de represalia. «La UE debería tener una reacción proporcionada para defender efectivamente sus derechos en conformidad con la OMC», dijo en un comunicado su director general, el austriaco Markus J.Beyrer. Sin embargo, la reacción más hostil ha sido la de la propia industria europea del acero, que ve no solamente perjudicadas sus exportaciones directas a Estados Unidos, sino que estima que los productos que no podrán entrar en el mercado norteamericano se desviarán hacia Europa e inundarán el mercado con el consiguiente perjuicio para la industria local.
El director general de «Eurofer», Axel Eggert ha pedido que «la UE actúe rápidamente en su propio interés para defender el mercado interior del impacto del acero desviado desde la frontera con EE.UU. hacia el mercado abierto de acero más grande del mundo que es Europa». Según esta patronal, en los primeros cuatro meses de este año las importaciones ya han aumentado un 8,4 %, en una tendencia que se atribuye al hecho de que el mercado norteamericano se ha cerrado.
La cuestión de la sobreproducción mundial de acero tiene una causa que no es ni Estados Unidos ni la UE, sino China, pero el presidente Trump ha accedido a negociar con el gigante asiático y ha preferido apretar las tuercas a los aliados tradicionales, para contentar a sus votantes de la industria siderúrgica norteamericana. El problema puede circunscribirse a la esfera comercial, o puede pudrir las relaciones políticas en el seno de la OTAN. Del carácter imprevisible del presidente Trump puede surgir cualquier cosa.