«Lo que necesitamos es un Bukele», afirman. Bukele llega al poder y toma el control del Congreso, forzando la aprobación de leyes según sus necesidades. Posteriormente, utiliza la mayoría absoluta para reemplazar a las altas cortes, argumentando que «así lo quiso el pueblo», eliminando así la independencia de poderes. También encarcela a miles bajo estado de excepción, una vez más, desafiando los llamados derechos humanos, los mismos derechos que se han utilizado en tantas ocasiones para denunciar hipocresía e intervención.
Es cierto que El Salvador «necesita un Bukele», pero la cuestión radica en que, de repente, se demuestra que la estructura de la llamada «democracia» puede ser manipulada y que es una farsa. Desnuda la complicidad de las altas cortes anteriores a él y cómo las reemplazó para que le sirvieran. En pocos meses, demostró que todo es una farsa.
¿Quién impuso el sistema que predomina en casi todos los países denominados «democráticos» y que parecen ser modelos a seguir en nuestro continente?
Es importante recordar que la supuesta «independencia de poderes» ha sido utilizada para acosar a figuras como Cristina Kirchner y Rafael Correa. También se ha utilizado para desmontar a Evo Morales del poder. Recientemente, el Ministerio Público, también supuestamente independiente, le hace la guerra al presidente electo y ya en funciones de Guatemala.
Es necesario aclarar el caso de Perú, donde los jueces llevaron a cabo un golpe de estado y mantienen al presidente electo en prisión.
Mientras tanto, China avanza en su desarrollo con su partido único. Vietnam también demuestra ser un modelo de crecimiento, igualmente con un partido único. Europa, que nos presiona, posee sistemas de democracia parlamentaria basados en la negociación de bases programáticas. Estados Unidos, por otro lado, tiene un sistema político completamente desfasado, obsoleto, donde el candidato más votado puede ser, y ha sido, el candidato perdedor. En nuestros países, sin embargo, nos «obligan» a votar por un presidente y otorgarle a una sola persona todo el poder.
Con toda esta farsa evidenciada, los modelos más autoritarios no solo se expanden por el mundo sino que también impulsan a sus países hacia el desarrollo. Mientras el mundo oculta que en Singapur, ícono del capitalismo, se aplican aún «latigazos» a los presos y es tan autoritario que no permite tener niños «gorditos».
Bukele ha escrito todos los tópicos de la democracia en su propio rollo de papel sanitario y lo está utilizando, mientras el mundo aplaude que tenga a miles como reses en una cárcel inhumana. Mientras las masas, en lugar de exigir juicios justos para ellos, gritan: «se lo merecen por delincuentes», olvidando que fuera de ese contexto, nos quieren convencer de que somos y queremos un Estado de Derechos.