El periodismo es investigación, pero la investigación es demasiado escasa en un país repleto de comunicadores. Hay que registrar los detalles que nos da la vida.
El señor Carlos Pimentel, quien hoy es presa de cuestionamientos mediáticos tras lograr una primera plana en el periódico El Nacional mostrando la ilegalidad de su nombramiento, trabajó en Participación Ciudadana, organización a la cual posiblemente aún pertenece.
¿Qué es Participación Ciudadana? ¿Quién la financia? ¿Por qué está instalada en la República Dominicana? Existe un filme muy antiguo de Robert Redford, titulado Los Tres Días del Cóndor, que plantea la existencia de entidades de la CIA instaladas en simples apartamentos en Nueva York.
Luego de décadas asesinando presidentes o provocando golpes de estado, los Estados Unidos cambiaron la forma de injerencia. La creación y fomento de Organizaciones No Gubernamentales a través de financiamientos se ha convertido en un método de dominación y presión con resultados efectivos.
ONGs del tipo de Participación Ciudadana están instaladas en diversos países, llegando a tener tanto poder como el propio ejecutivo o los legislativos de las naciones. En República Dominicana, por ejemplo, estas organizaciones se inmiscuyeron ilegalmente, aunque con la venia del Estado, en los asuntos de la Cámara de Cuentas.
Los países terminan siendo presionados incluso por ONGs que presentan informes críticos, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, las cuales, en nombre de la vigilancia de los derechos humanos, interfieren en los asuntos internos de las naciones, favoreciendo los intereses de quienes las financian.
¿Por qué el presidente nombra a Carlos Pimentel en otro cargo importante, aunque distinto a sus funciones anteriores? La respuesta no se conocerá tan fácilmente en un país donde, en lugar de resolver los problemas por los propios dominicanos, se “cuenta” que Pompeo llamó a Danilo y lo hizo desistir de su intención de reelección. Esta situación evidencia la injerencia en la vida nacional, y no sería extraño que el presidente esté siendo presionado en un contexto económico complejo, marcado por el fortalecimiento de los BRICS.
La superficialidad de los análisis en los medios coloca a Carlos Pimentel como parte de la sociedad civil, sin entender que organizaciones como la suya no necesariamente representan los propósitos de la patria, sino intereses foráneos.
Relacionar a la sociedad civil con el movimiento Marcha Verde o asumir que fue la sociedad civil quien impulsó y “dirigió” Marcha Verde muestra el limitado conocimiento de los “medios” sobre la estructura de la sociedad y sus “fuerzas vivas”. Aunque Marcha Verde fue un movimiento nacional en el que todos tenían voz, no es descartable el papel de Participación Ciudadana en la influencia sobre decisiones y acciones.
El papel de las ONG en la geopolítica actual es evidente, siendo herramientas de presión y cambio de régimen en diversas partes del mundo, conocidas como Revoluciones de Colores.
En este contexto complejo y de independencia aún pendiente para muchos países, ¿cuál es el papel de Carlos Pimentel en este ajedrez? ¿A quién pertenece y obedece Carlos Pimentel, un hombre, además, de gran integridad? ¿Cuáles fueron las razones del presidente para ubicarlo, no solo en el difícil cargo de Compras y Contrataciones —donde se supervisan o se detienen los actos de corrupción económica—, sino ahora en otro puesto estratégico en el ámbito de los negocios y empresas del país?
La hipocresía de quienes critican al presidente es evidente, ya que muchos de ellos aplaudieron y se beneficiaron de la llamada de Pompeo, celebrando aquella intervención.
Carlos Pimentel, además de un hombre íntegro, es una “pieza” de la geopolítica internacional en el marco dominicano. Quizás solo el presidente y sus asesores están plenamente conscientes de esto.
Es posible que todo lo expuesto en este escrito no sea del todo cierto, medianamente cierto o nada cierto. Solo el ejercicio del poder revelaría las difíciles intrigas de un país “tan cerca de los Estados Unidos” y con compromisos vitales con el “primer mundo”. La realidad dominicana está, literalmente, entre la espada y la pared. Lo demás es la hipocresía de quienes, cuando gobernaron, hicieron lo mismo o peor, y que si gobernaran, serían víctimas del mismo contexto que los llevaría a tomar decisiones difíciles, como mover una pieza del ajedrez en dos cuadros al mismo tiempo.