¿Cuál es el propósito de Carolina Mejía de no intentar reelegirse en caso de que fuera real?
En el PRM existe una camada de jóvenes (políticamente hablando) que sueñan con la presidencia, una vez que Luis Abinader tenga que abandonar esa función en el 2028.
Es evidente el afán de promoverse desde sus instituciones por algunos responsables, unos, con grandes hazañas laborales y dirigenciales, otros, mediocres, pero metodológicamente exitosas.
En el camino al 2028 aparece Carolina que, aun no siendo una administración que pueda arrojar luces suficientes, al menos, el balance entre accionar y prensa la muestra como «potable», dejándose «arrebatar» el fallido, pero «lindo» proyecto de la Duarte y no pudiendo desarrabalizar los barrios del distrito que aparecen como el epicentro del caos organizativo a nivel nacional, tierras donde nadie manda.
Si bien es cierto que Carolina no ha podido regresar la avenida Duarte al mejoramiento desde el deterioro del cuatrienio Collado, la venta de su figura ha estado centrada en, incluso, el «no sonido», aun con la «mala suerte» de los aguaceros del 2022 y los recientes que demuestran la herencia de un Distrito mal construido, caótico, con subsuelos mal estructurados y colapsados, una ciudad que daría vergüenza comentarla a profundidad.
Todo parece indicar que Carolina ve como «traba» ser alcaldesa, pero no Secretaria General del partido, y estaría centrada en un plan a largo plazo para intentar coronarse como la primera mujer presidente de la República Dominicana.
Algunos «tabues» arrastrados, como los malos recuerdos del descalabro del gobierno de su padre, que aún es uno de los políticos más activos y astutos, incansables, junto a los luisistas que son muchos aspirando también a presidente, con la fatalidad de no tener en su agenda histórica nada que le seleccione como «defensora de los derechos de la mujer» que es el elemento que siempre se toma en cuenta al buscar la «falda» (en teoría) por encima de un «macho cabrío» para la silla de palacio.
Como New York, Hipólito Mejia, nunca duerme y aunque la lucha por mantener su equipo activo ha sido muy exitosa pese al tsinami del Luisismo aparentemente fortalecido en medio de dimes y diretes institucionales o mediáticos, quisiera, como parte del sueño familiar y político, como legado dejar de herencia a una hija suya en la silla para incluso, reivindicarse.
Revisando la historia, Carolina debe haber aprendido incluso, en casa, el poder de las oligarquías, lo difícil que son las luchas intestinas dentro del partido que ella misma, ni su padre, ni el presidente, han podido controlar, así como los poderes supra gobiernos con contactos internacionales que ponen y quitan presidentes, más allá del cuento del voto y de democracia.
Si sueña con presidencia como todo parece indicar, no es el regreso de Papá, pero sí de su experiencia acumulada de lo que se puede hacer o no, lo que se quiere hacer o no, y lo que te dejan hacer o no, desde la presidencia.