El «jefe» siempre paga los platos rotos o se lleva la gloria a casa.
No se conocía un ministro que hiciera más reformas por el bien de la policía y el ministerio del interior que Chu Vazquez, sin embargo, el pico de delincuencia y sobre todo, los casos crecientes de asesinatos y sicariatos, filmados, maximizado por el uso de las redes sociales, unido a una evidente mala prensa, contraataque mediático por parte de la institución, terminan acorralándolo.
Lejos quedan los recuerdos de motos nuevas Harley-Davidson para «combatir» en los callejones de Capotillo, o un ministro que, ante un pico cíclico como el que vemos hoy, asegurará, con un descaro inhumano, que el «tema de la delincuencia» era asunto de «percepción».
Chu paga los platos rotos.
Hay varias razones que disparan la violencia… analizables todas, cíclicas, también, sin embargo, la no comunicación desde el lado afectado, además, la no explicación de medidas que afectan un sector de negocios, provoca los ataques inmisericordes que terminan siendo perjudiciales para la gestión de Chu Vásquez.
Según fuentes, es en este paso de Chu que el ministerio podrá exhibir cambios significativos, donde incluso algunos intereses enquistados, peligrosos, se han visto afectados.
El tiempo dirá.
Es claro que el reforzamiento de la inteligencia, el control de los elementos delictivos, las estadísticas, las bases de datos, la tecnología, son los aliados que cualquier ministro puede tener… y ya en el gobierno pasado, que se mofó de tener cámaras e incluso hubo un escándalo con los gastos hechos en esos aprestos, nadie supo nada, a ver si ahora, terminan de saber la importancia de comunicar.
Chu está atrapado entre una ola de delincuencia cruda y el exceso de incomunicación de los éxitos de su gestión hacia el pueblo.