El sistema permite pilotar drones gracias a unas diademas que captan las ondas emitidas por el cerebro.
La utilidad educativa de las diademas estriba en que se puede analizar qué centra o distorsiona la concentración.
Un instituto de Jaén ha diseñado un revolucionario proyecto de inteligencia que permite pilotar drones gracias a unas diademas que captan las ondas emitidas por el cerebro. Según ha explicado a Efe Juan de Dios Marín, profesor de Neurociencia aplicada al Marketing y promotor de la iniciativa, gracias a unos sensores que capturan las ondas cerebrales, las que fomentan la concentración, se pueden mover objetos o jugar a videojuegos.
«El alumno, cuando se pone la diadema, se concentra y hace que se mueva el coche del videojuego o que se eleve el dron y que aterrice», lo que además permite analizar la concentración ante diferentes estímulos, ha añadido.
La utilidad educativa de las diademas estriba en que se puede analizar qué centra o distorsiona la concentración del alumno y es él mismo el que determina lo que le facilita la concentración.
La idea comenzó el año pasado cuando se formó un grupo de trabajo en el Instituto de Enseñanza Secundaria Virgen del Carmen, que tiene 1.400 alumnos y 200 profesores, con los departamentos de informática y del aula específica para trabajar con alumnos con discapacidades de psicomotricidad.
El profesorado comprobó que los alumnos tenían dificultades para manejar el ratón o el teclado, carecían de habilidades de psicomotricidad fina y que, cuando «les poníamos las diademas y determinábamos en qué fase del día se concentraban más y en qué actividades, lograban concentrar su atención».
Las diademas o sensores cerebrales se basan en el neuromárketing, que estudia cómo funciona el cerebro ligado al marketing.
Como las encuestas y la observación ya están «desfasados», ahora se intenta saber cómo se estimula el cerebro para conseguir captar su atención, ha indicado Marín.
En su opinión, tan importante es que el alumno sepa cuándo se concentra mejor o peor, para conocerse y sacar el máximo rendimiento, como que el profesor disponga de esos datos para mejorar el discurso, los medios, el mensaje, el vocabulario y las técnicas de enseñanza.
Se trata de monitorizar al alumnado para ver en cada momento su nivel de concentración, «si le llama la atención el audiovisual, la presentación, el movimiento corporal. Es una forma de mejorar nuestra metodología a la hora de dar clase», ha manifestado.
Se ha querido dar un paso más y trasladar la inteligencia artificial a la publicidad. Con la ayuda de una empresa colaboradora se ha fabricado un producto para conocer cómo captan los usuarios los anuncios publicitarios, introduciendo una microcámara de fotografía al dispositivo.
«De forma que, cuando el usuario se pone la diadema y va paseando por el lineal de supermercado y cuando algo le capta la atención y esos niveles de concentración aumentan, automáticamente se captura esa fotografía. Así podemos saber qué cartelería le llama la atención, qué colores, para así reorientar toda la estrategia de marketing en ese sentido», ha apuntado.