Un nuevo estudio revela que los mayores tiburones que jamás hayan poblado la Tierra no eran animales de sangre fría.
La Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) informa en un comunicado que los megalodones, unos enormes tiburones prehistóricos que medían entre 10 y 18 metros de longitud, eran animales de sangre caliente.
La temperatura corporal del mayor pez depredador en la historia de la Tierra, que habitó los océanos hace entre 23 y 3,6 millones de años, era varios grados superior a la de sus parientes modernos.
Un equipo de varias instituciones científicas de Estados Unidos llegó a esta conclusión después de estudiar los dientes de un ejemplar de ‘Otodus megalodon’, las únicos partes del cuerpo que se conservan en el océano.
Según la clasificación existente, los animales de sangre fría son aquellos que pueden mantener su temperatura corporal a un nivel aproximadamente constante sea cual sea la temperatura ambiental, como los mamíferos y las aves, incluyendo al ser humano y las ballenas, en el caso de los animales marinos.
El estudio mostró que la temperatura corporal promedio del megalodón era de aproximadamente 27 °C, mientras que en los tiburones modernos con endotermia regional (es decir, aquellos en que la actividad muscular mantiene ciertas partes a temperaturas más altas que el resto del cuerpo) oscila entre 22 °C y 26,6 °C. Los resultados de la investigación se publicaron en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Después de analizar los isótopos en el esmalte dental del antiguo tiburón, que se extinguió hace unos 3,6 millones de años, los científicos concluyeron que el megalodón podía mantener una temperatura corporal unos 7 grados Celsius más alta que el agua circundante.
«Esa diferencia de temperatura es mayor que las que se han determinado para otros tiburones que vivieron junto al megalodón y es lo suficientemente grande como para categorizar a los megalodones como [animales] de sangre caliente», sostiene el comunicado.
El estudio publicado en PNAS sugiere que la cantidad de energía que utilizaba el megalodón para mantenerse caliente contribuyó a su extinción, lo que tiene implicaciones para comprender los cambios ambientales actuales y futuros.
El momento de la extinción del megalodón en el registro fósil corresponde al enfriamiento climático de la Tierra. Puede que la sangre caliente hubiera ayudado al antiguo tiburón a sobrevivir en aguas frías, pero la especie terminó extinguiéndose, lo que pone de relieve el problema del costo de los recursos, ya que la sangre caliente requiere una ingesta constante de alimento para mantener un metabolismo alto. La catástrofe ecológica asociada a un cambio climático provocó que se agotaran las presas de las que se alimentaban los megalodones.
«Estudiar los factores impulsores detrás de la extinción de un tiburón depredador de gran éxito como el megalodón puede proporcionar información sobre la vulnerabilidad de los grandes depredadores marinos en los ecosistemas oceánicos modernos que experimentan los efectos del cambio climático en curso», comentó el investigador principal Robert Eagle, profesor asistente de UCLA.