El PLD repartió temprano los ministerios, desde el mismo 1996 para que cada uno de los miembros del Comité Político pudiera repartirse los empleos y en ocasiones hacer de las instituciones, su fuente de enriquecimiento… y así pasó.
Aun sin poder asegurar que este fuera el objetivo del ex-ministro de Educación Roberto Fulcar, la realidad es que en poco tiempo se inundó este sector de personas puestas o recomendadas por él y e incluso, sin anunciar, se montaron temprano proyectos políticos que contaban y «cuentan» con esos empleos para impulsar «sus candidatos» a diferentes puestos electivos.
Los de Fulcar llegaron con un «ímpetu» increíble hasta el punto que buscaron incrustarse hasta en la Cooperativa, pero ahí los del PLD eran demasiado fuertes y tuvieron que «pactar».
El «impulso» Fulcalista produjo incongruencias e injusticias en el tema del reemplazo del personal que, unido a otros temas igualmente importantes, llevaron al descalabro temprano en las elecciones del Sindicato.
Ahora, el nuevo ministro protesta por la baja calidad de la educación frente al inmenso caudal de dinero que se reparte como nómina, a sabiendas de que «resolver» esto llevará tiempo, sacrificio, y críticas a lo interno, pues ya estamos en campaña y los «compañeros» empleados no pueden ser, convenientemente, removidos por el bien del sistema educativo si así es menester en pos del voto electoral de la reelección.