Desorden y suciedad frente a hospitales

hospitalesA pesar de haber sido desalojados por el Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN), los vendedores ambulantes regresaron a los alrededores del hospital Luis Eduardo Aybar, mejor conocido como “Morgan”, trayendo consigo el caos y la contaminación al centro.

A su regreso el ADN les facilitó casetas para que de manera organizada pudieran vender; pero poco a poco la basura y el mal olor fueron apoderándose de las inmediaciones del hospital.

Las aceras se encuentran atestadas de pequeños puestos, donde se comercializan además de alimentos, ropas, zapatos, correas, carteras, jabones, cucharas, libros, gafas, toallas sanitarias, peines y cortaúñas, entre otros artículos.

 

Abundan las improvisadas bancas de apuestas, botánicas con brebajes y ungüentos; coqueros, yaniquequeros, fritureros y vendedores de otras mercancías, que se han establecido en el lugar.

“Chocolate, leche, café, empanadas y pan” se escucha vociferar a doña Rosa Margarita, quien es una de las más antiguas buhoneras en las inmediaciones del Morgan; por su antigüedad es una de las beneficiadas con las casetas otorgadas por el ayuntamiento.

Dice llevar más de 22 años, ofreciendo sus famosos “desayunos caseros” a todos los que por allí transitan.

Los vendedores que no cuentan con casetas temen ser desalojados por las autoridades.

En situación similar se encuentran las inmediaciones del hospital Oncológico Doctor Heriberto Pieter, donde se pueden apreciar guaguas anunciadoras ofreciendo sus plátanos, yucas, guineos y chinas a todo público.

Además se pueden ver los carritos de comidas cubiertos con grandes lonas para cubrir del sol a los vendedores de jugos, tostadas, empanadas, salami, carnes, espaguetis y plátanos fritos.

En el área el humo y la grasa se combinan con el monóxido de carbono y el polvo de los vehículos que transitan por la avenida Correa y Cidrón.

“David Sazón” es uno de los puestos de frituras más popular del lugar, tanto por el pollo frito como por el humor que caracteriza a su propietario, David Valenzuela, quien dice que su pollo le gusta a todos por el sazón especial que prepara, para darle ese “gusto”.

El joven lleva más de ocho años en aquel lugar, y dice temer que las autoridades vuelvan a desalojar a todos los vendedores.

Allí también se encuentran pacas de ropas, zapatos y carteras que cuelgan sobre las aceras, estorbando el paso a los peatones.

Por doquier se pueden ver grandes fundas negras llenas de basuras acumuladas en las esquinas, la calle cubierta por una grasa negra y pegajosa; agua ligada con desechos de comidas.

Temor de los buhoneros

Tras ser abordados en sus puestos, muchos de los vendedores dicen temer que las autoridades los desalojen, como ha pasado en ocasiones anteriores.

Rosa Margarita y David Valenzuela coinciden, al decir que los vendedores no tienen otra forma de ganarse la vida.

“Somos personas trabajadoras que buscamos el bienestar de nuestras familias”, expresó Valenzuela.

Manifestaron además que su regreso al lugar es debido al incumplimiento por parte de las autoridades, quienes prometieron reubicarlos y construirles casetas para ganarse el sustento.

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