Los discursos, opiniones, diálogos, poseen una línea casi imperceptible que pueden parir una difamación, que es un delito.
Podemos tener una opinión de alguien, pero afirmar que es algo que no lo es puede, inmediatamente, colocarte frente a un juez sin ganancia de causa.
No es igual decir «yo creo que fulano es algo» a «fulano es algo», o «yo creo que fulano quiere hacer tal cosa» a «fulano hizo tal cosa», la línea es muy fina, demasiado fina, y es la que los que opinan en las redes, algunos incluso autodenominados «comunicadores» pero que poseen falta de tino, ética, conocimiento, paciencia, control del discurso, rozan a veces el analfabetismo», cometen errores porque son incapaces de controlar lo que emana de su boca, porque el control del discurso es parte de la formación, de la educación.
Aprende a colocar un filtro entre la mente y la lengua, puedes hacerlo si y solo si, posees capacidad de control de emociones, paciencia, prudencia y ello no se logra solamente siendo un mortal sino, incluso, hay que ejercitarlo.
La buena comunicación se hace con control, el control de la comunicación es poder, si descuidas el control de la comunicación puede llevarte al camino sin retorno de una demanda por difamación, que solo pierden los que no controlan lo que sale de su lengua o de sus dedos.
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