Mientras el Gobierno se siente acorralado frente al clima inestable judicial y político, el presidente continua con las visitas sorpresas que emocionan solo a sus más fieles seguidores y a las poblaciones que visita.
Mientras esto ocurre, ante el recrudecimiento del discurso y ataques por parte de la oposición tradicional y del Movimiento Verde (nueva oposición) en contra del partido morado, salen a relucir dos actitudes muy marcadas entre las finas peledeistas que demuestran, cada vez más, abiertamente cada vez más, el dijusto que existe entre las bases que ven sus espacios ocupados perdiendo las esperanzas de mejoras y los que están cómodos que coaccionan a quienes ya no tienen nada que perder y están seguros que poco ganarán.
El miedo a sanciones ya no es opción, el militante peledeista ya no creen en «guardar la ropa», pues los «traidores» han sido fuertemente beneficiados.
Muchos peledeistas externan ya, que antes no lo hacían, sus decepciones al público abiertarmente, aunque aferrándose a lo que queda de mística que convirtiera, otrora, un partido de esperanza.

