El ser humano, desde que existe, se ha caracterizado por los que mandan y los mandados.
El poder sobre las masas siempre ha existido, aun cuando han aparecido, y ojalá sea el futuro de la humanidad, organizaciones que planteen la toma de decisiones contando con consensos de todos, pero eso, por ahora, y dada la propia naturaleza humana, es una utopia.
Hoy nos llueven con celulares de ultima generacion y nos venden que en ese «aparato ya lo tiene todo».
Incluso hay quien asegura que no hace falta estudiar porque «Google» lo ha hecho por nosotros… increible verdad, pero cierto.
Posiblemente me digan que estoy en contra de la tecnología y es todo lo contrario.
Todo en medida se aprovecha mejor.
Entender el poder de la tecnología para adormecer a las masas, manipularlas y hacer que estupidamente que en una reunion de familia presten más importancia al Chat o el video viral, que a lo que les dice su abuela e incluso, su pareja, es aberrante.
Hoy, los que crean el mundo y nos lo venden, provocándonos orgasmos al tener la ultima tecnologia en la mano, rien desde el trono de NO-WiFi gritándonos: «gasta, gasta, mañana te sacaremos la próxima versión, borrego».
Mientras, los que CREAN «esos aparatos» y el grueso de los softwares en los que se mueve todo el mundo, esa clase dominante de negociantes de la tecnología, mandan a su hijos a escuelas sin internet a hacer manualidades, a aprender con profesores con los «viejos métodos», lejos de las tabletas y los celulares y esa perdida de tiempo que embrutece que se llaman los chats banales que inundan la red o los videojuegos.
Antes mandaba el Sr Feudal y abajo los ciervos, hoy existe la clase dominante de Silicon Valey y nosotros, los del Club de los Pendejos, los consumidores.

