Probar dolo es muy difícil, quitar lo lavado es quimera.
Aun cuando la contabilidad es estricta, la falta de institucionalidadjunto a las múltiples formas de esconder dinero permiten que millones se pierdan e incluso, a aparezcan destinados a objetos de obra o personas a las que al final, es imposible implicar.
En las campañas electorales se habla de quitar lo robado y ahora se le exige al gobierno nuevo que inmediatamente tenga listos expedientes para someter por simple sospecha, como si no existiera el estado de derecho que, además, es para todos.
Primero, cada expediente, hay que investigarlo a profundidad para luego comenzar el proceso de sometimiento que entre reenvíos y reenvíos que quien sabe, luego de varios años, puede desembocar en sentencia que luego además, puede caer en el limbo eterno de la apelación.
Las montañas de República Dominicana están repletas de propiedades de incalculable valor que nadie se atreve a investigar, municipios enteros convertidos en un lavadero de dinero de cualquier procedencia.
El discurso de «meter preso» y que «devuelvan lo robado» entretendrá a muchos, se harán marchas, corearán consignas pero al final es solo eso, en un país donde las cámaras legislativas no se han atrevido a aplicar nada que tenga que ver con la Ley de Extinción de Dominio que quitaría propiedades resultantes de la corrupción.
Pan y circo, desde la antigüedad ha sido igual, los reyes entretienen a las masas con lo mismo y claro, habrá seguro alguien que sangre en el camino, el que se puso de mala suerte o no supo esconder bien el dinero mientras el resto sigue sus compras ventas y luego, hay que decirles Don.