Algunos hablan de lo bien que lo hace el actual alcalde del Distrito Nacional… y puede que si, que comparado con el anterior, que rozaba el abandono de sus labores ahogado por el ego, sea cierto.
Sin embargo, la ciudad explota en sus narices, es intransitable, las calles de todo el territorio adolecen de orden, no hay un plan para ejecutar el control de las aguas residuales, los parqueos de lujosos restaurantes son en la calle, obstaculizando el transito normal, las torres siguen su reproducción pero ya con menos aire para respirar, el Distrito nacional dejó de ser una ciudad para convertirse en un desastre invivible a cualquier hora del día.
Mientras, «La Duarte» esta más abandonada y sucia que antes, el hedor penetra por las ventanillas de los autos y guaguas y en los poros de quien la visita, allí la alcaldía no ha arribado, allí, lo que pasa, a nadie interesa.
¿A quién le toca arreglar la ciudad? ¿A quién le toca decir que el «guacal» no posee parqueo, que todas oficinas ya hay que mudarlas? ¿A quién le toca decir que el Congreso y la Cámara de Diputados deben tener sus parqueos y no invadir las calles aledañas?
No, no es «solo» el alcalde, es la incapacidad de pensar a corto, mediano y largo plazo, es la incapacidad de pensar en la ciudad y no en solo 4 años.