Por Juan Bosch.
Les envío este trabajo muy interesante del profesor Juan Bosch, publicado el 26 de enero de 1971 en el periódico El Sol. Su contenido sigue vigente y es oportuno leerlo en este día del natalicio del más grande de los dominicanos, nuestro padre de la patria Juan Pablo Duarte.
«De Juan Pablo Duarte se han dicho muchas cosas, pero al pueblo dominicano no se le ha explicado lo que él hizo ni se le ha dicho que fue lo más importante de lo que hizo y en qué consiste su importancia.
Lo primero que hizo Duarte fue creer, como lo creyó, que en un país que para el año de la más de cien mil habitantes, si es que llegaba a tenerlos, pudiera establecerse una república independiente capaz de sostenerse durante mucho tiempo. Para esos días el territorio dominicano debía ser por lo menos de unos cincuenta mil kilómetros cuadrados, y si calculamos que cada familia podía estar compuesta de cinco personas, tendríamos que nuestro pueblo no pasaba de veinte mil familias, lo que equivale a decir que en cada cinco kilómetros cuadrados debían vivir dos familias. Pero eso no era cierto, porque del total de familias dos mil por los menos debían vivir en las ciudades más importantes, que eran Santo Domingo, Santiago y Puerto Plata, y esas tres ciudades difícilmente podían ocupar más de diez kilómetros cuadrados. Los demás centros donde vivían varias familias eran pueblos pequeños. Por ejemplo, algunos años después de la independencia en Constanza había solo una familia que había ido desde Jarabacoa, y probablemente para el 1838 en Jarabacoa, no vivirían más de diez o doce familias. Por otra parte, como no había carreteras que comunicaran las diversas regiones del país, las veinte mil familias que tal vez formaban nuestra población vivían aisladas unas de otras, excepto en las ciudades y en los pueblos, pero además vivíamos aislados del mundo. Y sin embargo Juan Pablo Duarte tuvo el coraje de creer que en un territorio pequeño, deshabitado e incomunicado interior y exteriormente podía establecerse una república. Para creer eso era necesario tener una fe inconmovible en la capacidad de lucha del pueblo dominicano, y Duarte la tuvo.
Calidad y Cantidad
Una cosa es tener una creencia y poner en ella toda la fe de que es capaz el alma humana y otra cosa es dedicarse a convertir esa creencia en realidad, y Duarte fue capaz de hacer esto último. Ahora bien, para hacerlo tuvo que escoger un método de organización de los dominicanos que pudiera dar resultados, y lo que debe sorprendernos es que el método escogido fuera el de fundar una asociación secreta formada por doce hombres, todos jóvenes, que el propio Duarte escogió tomando en cuenta sus condiciones intelectuales, morales y hasta físicas; es decir, tomando en cuenta su calidad. Para Duarte, la lucha que debía llevarse a cabo tenía que ser organizada partiendo de la calidad política y humana de los que iban a dirigirla.
¿Escogió Duarte ese método de manera consciente o por instinto?
Lo escogió por instinto, pues en el tiempo en que fundó la Trinitaria él no podía tener la menor idea de que hay un proceso dialéctico que convierte la calidad en cantidad, y esa era la función que les tocaba a los trinitarios, doce jóvenes elegidos porque tenían cualidades (es decir, calidad) que les permitirían arrastrar a muchos hombres (es decir, cantidad) alas filas de los partidarios del establecimiento de la República Dominicana.
La Trinitaria quedó fundada con nueve miembros el 16 de julio de 1838, y exactamente treinta y ocho años después, el 16 de julio de 1876, sería sepultado en Caracas el cuerpo de Juan Pablo Duarte. Empezando por el mismo, los trinitarios que se reunieron en esa fecha fueron Jacinto de la Concha, José María Serra (que fue el único que dejó escritos datos sobre la Trinitaria), Pedro Alejandrino Pina, Juan Isidro Pérez, Félix María Ruiz, Felipe Alfau y Benito González. Poco después, no se sabe si algunos días o algunas semanas más tarde pero seguramente no demasiado tiempo después, quedaron incorporados a la Trinitaria Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Mella y Vicente Celestino Duarte, el hermano del fundador; y a esos tres se les dio el rango de coroneles de los ejércitos de la República (que iban a ser creados seis años después, y no por los trinitarios sino por Santana), mientras a Duarte se le dio el de general en jefe. La Trinitaria, por otra parte, quedó organizada por cuatro grupos de tres miembros cada uno. Cada uno de los miembros se comprometió a conquistar hombres para la acción libertadora o separatista sin decirle a ninguno de los conquistados que había por lo menos diez grupos más iguales a ese del cual él formaba parte; y decimos diez más porque no hay constancia histórica de que Duarte formara uno de esos grupos, cosa que se explica porque seguramente a él le tocaría la tarea de dirigir a sus once compañeros. Fue el hecho de que once trinitarios formaran once grupos de partidarios de la independencia lo que convirtió la calidad de los once trinitarios en la cantidad de los que años después iban a participar en la fundación de la República Dominicana y en las luchas armadas contra Haití, que iban a durar hasta 1855.
Ideología y política
Para fundar esa organización secreta y celular (en células de tres miembros) llamaba la Trinitaria, Duarte tuvo que predicarles a los futuros trinitarios una ideología, pero seguramente lo hizo, por lo menos hasta donde sabemos, en términos organizativos; es decir, les explico como iba a funcionar la república que debía ser establecida por ellos. Lo que era una república y lo que esta debía significar para el pueblo era más o menos bien conocido por todos los que formaban la Trinitaria debido a que hacía muchos años que había repúblicas establecidas en varios países. La misma República de Haití, de la cual formaba parte el territorio dominicano, había nacido el 1º de enero de 1804, es decir, hacía treinta y cuatro años, y desde los Estados Unidos hasta la Argentina, la mayor parte del nuevo Mundo estaba sembrado de repúblicas. De todos modos, para afirmar la unidad de pensamiento político de los trinitarios Duarte escribió por lo menos un proyecto de Constitución de lo que iba a ser la República Dominicana.
Eso era importante, pero más importante fue el paso táctico de aliarse a los haitianos que conspiraban para derrocar el gobierno de Jean Pierre Boyer, que era presidente de Haití desde el año 1818 y en su condición de presidente de Haití estaba gobernando a los dominicanos desde el mes de febrero de 1822. Debemos explicar que Boyer no era un tirano ni gobernaba el territorio dominicano como si fuera país conquistado militarmente, pero no era tampoco un político brillante ni cosa parecida; y la crisis mundial que se había desatado el año de 1836 en el mundo capitalista (cuyo centro se hallaba entonces en Europa, y de manera particular en Inglaterra, y no, como sucede ahora, en los Estados Unidos) produjo entre los haitianos y los dominicanos una situación de malestar tan grande que provocó la necesidad de cambiar de gobierno y dio paso a la organización de la conspiración que iba a desembocar en la llamada Revolución de la Reforma, conocida también con el nombre de Praslin porque fue el sito donde se inició el 27 de enero de 1843. Praslin era una finca que tenía en las vecindades de la ciudad haitiana de Los Cayos el coronel Charles Herard aine (palabra que significa padre o mayor de edad), conocido en la historia dominicana con el nombre de Riviére Herard. Charles Herard sería el sucesor de Boyer y por tanto el presidente de Haití cuando los dominicanos proclamaron el 27 de febrero del año siguiente (1844) la existencia de un estado independiente que se llamaría República Dominicana.
Cuando se produjo el levantamiento de Praslin se hallaba en Haití el trinitario Ramón Mella, que había sido enviado, como lo fue antes que él su compañero Juan Nepomuceno Ravelo, con el encargo de formar una alianza de los trinitarios con los conspiradores haitianos. Esa alianza iba a ser relativamente fácil de conseguir por el carácter igual de clase de los antiboyeristas haitianos y dominicanos. Todos pertenecían de manera principal a la pequeña burguesía, es sus niveles alto y mediano, y debido a la difícil situación económica unos y otros podían contar con el respaldo de la mayor parte de los haitianos y los dominicanos. Esa alianza de dominicanos partidarios de la independencia con haitianos enemigos de Boyer pero enemigos también de la independencia dominicana, fue un movimiento táctico de gran categoría. No podemos decir si la idea fue de Duarte o de otro trinitario, pero es seguro que si Duarte se hubiera opuesto a ella, la alianza no se habría dado. Y se dio con muy buenos resultados para los dominicanos.
¿Cuáles fueron esos resultados?
Que el 24 de marzo, cuando se supo en Santo Domingo que Boyer había sido derrocado se reunieron en la plazoleta del Carmen, según cuenta Vetilio Alfau Durán en la página 13 del libro “Pedro Alejandrino Pina”, varios dominicanos “encabezados por Ramón Mella, Francisco del Rosario Sánchez, Pedro Alejandro Pina y Juan Isidro Pérez, quienes bajo las órdenes de Duarte y unidos con el grupo haitiano de Adolfo Nouel, Alcius Ponthieux, Dominique Benoit (y) Auguste Bernier”, secundaron el movimiento llamado de La Reforma. Sigue diciendo Alfau Durán que “Cuando se encontraban reunidos en la Plaza de la Catedral, hoy Parque Colón, son súbitamente atacados por tropas gobiernistas mandadas por el Coronel Charles Cousin, quien resultó muerto en la refriega”.
El jefe militar boyerista de Santo Domingo, el general Carrie, entregó el mando y el día 26 (mes de marzo) se formó una junta Popular formada por cinco personas, de las cuales tres eran dominicanos y dos haitianos. El día 30 los miembros dominicanos de esa Junta eran Juan Pablo Duarte, Manuel Jiménes y Pedro Alejandrino Pina, y el 7 de abril esa Junta autorizaba a Duarte a formar Juntas Populares, encargadas del gobierno que hoy llamaríamos municipal, en varios lugares del país. En pocas palabras, la alianza con las fuerzas antiboyeristas le dio a los trinitarios la oportunidad de surgir de las sombras de la clandestinidad en que habían estado trabajando y les abrió el camino para convertirse en líderes nacionales, condición sin la cual no habrían podido encabezar el levantamiento del 27 de febrero del año siguiente (1844).
De otro aspecto de la actividad política de Duarte, la alianza con los hateros que equivalió a la formación de un frente de clases para alcanzar la independencia nos ocupamos en un artículo que fue publicado el 26 de enero de 1971 en El Sol con el título de “Duarte y las Clases Sociales”.