Editorial: Frente a un Abinader que dice «me voy en el 2028», surgen los «Leonel, ¿vuelve?», o Danilo rehabilitado… ¿vuelve?

Frente a un Abinader que dice «me voy en el 2028», surgen los «Leonel, ¿vuelve?», o Danilo rehabilitado… ¿vuelve?

En el panorama político dominicano, las declaraciones del presidente Luis Abinader sobre no optar por una reelección después de su segundo mandato han generado una serie de reacciones y especulaciones sobre el futuro liderazgo del país. Abinader, quien ha sido reelecto para un segundo mandato, ha afirmado rotundamente que no se someterá a reelección, incluso si se cambia la constitución para permitirlo. Este posicionamiento ha abierto el campo para que figuras políticas del pasado vuelvan a emerger en la escena política.

Leonel Fernández, quien ha sido presidente de la República Dominicana en tres ocasiones (1996-2000, 2004-2008, 2008-2012), ha intentado regresar al poder en las últimas dos elecciones sin éxito. Su experiencia y larga trayectoria política lo mantienen como una figura influyente, y su posible retorno genera interés y debate entre los votantes y analistas políticos. La pregunta en el aire es si Leonel, a pesar de sus recientes fracasos electorales, intentará una vez más capturar la presidencia en un escenario sin Abinader en la contienda.

Por otro lado, Danilo Medina, quien también ha sido presidente en dos ocasiones (2012-2016, 2016-2020), intentó modificar la constitución para buscar un tercer mandato, pero fracasó en su intento. Su administración tuvo luces y sombras, y su intento de reelección fue uno de los momentos más controvertidos de su carrera. Sin embargo, con Abinader fuera del juego para el 2028, surge la especulación sobre si Medina, rehabilitado y quizás con un renovado apoyo dentro de su partido, podría intentar regresar al poder.

Luis Abinader ha destacado que una de las principales razones por las que no busca la reelección más allá del 2028 es su firme creencia en la democracia y en la rotación del poder. Según Abinader, la mentalidad caudillista y el creerse imprescindible son lo que lleva a algunos líderes a tratar de perpetuarse en el poder. Esta visión, según él, ha sido dañina para el desarrollo democrático de la República Dominicana y de muchas otras naciones.

“El creerse imprescindible es lo que ha causado tantos problemas en nuestra historia política. La verdadera fortaleza de una democracia reside en la capacidad de renovar sus líderes y sus ideas,” ha dicho Abinader en varias ocasiones. Este enfoque no solo refuerza su compromiso con los principios democráticos, sino que también establece un contraste claro con sus predecesores, quienes intentaron, a veces de manera controvertida, extender sus mandatos más allá de lo permitido constitucionalmente.

La negativa de Abinader a buscar un tercer mandato se presenta como un acto de respeto a los principios democráticos y a la constitución, distanciándose de sus predecesores que intentaron prolongar su estancia en el poder. Esta decisión no solo marca un precedente, sino que también reconfigura el tablero político de cara al futuro. Su salida en 2028 abre la puerta a nuevas oportunidades y desafíos para la República Dominicana, y obliga a los partidos políticos a prepararse para una competencia sin el actual presidente en la boleta.

En este contexto, tanto Fernández como Medina, figuras emblemáticas del pasado reciente, tienen la oportunidad de volver a ser protagonistas en la política dominicana. La capacidad de ambos para movilizar apoyo y reavivar sus respectivas bases será crucial en los próximos años. Mientras tanto, la ciudadanía observa y espera, consciente de que el liderazgo del país podría regresar a manos conocidas o abrirse a nuevas caras que aún no han emergido en el escenario político.

El panorama post-Abinader está lleno de incógnitas y posibilidades. Lo que es seguro es que la política dominicana no permanecerá estática y los próximos años serán decisivos para definir quién tomará las riendas del país después del 2028. La apuesta de Abinader por el cambio y la renovación puede inspirar a nuevos líderes a emerger y llevar adelante su visión de un país en constante progreso, donde el caudillismo y la perpetuidad en el poder queden relegados al pasado.

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