La Administración Biden decidió este miércoles no imponer sanciones a una compañía que lidera un proyecto de transporte de gas entre Rusia y Alemania y al que se opone EE.UU., en medio de la primera reunión entre los líderes de la diplomacia de ambos países.
El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, y el ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, celebraron una reunión en los márgenes de la cumbre del Consejo Ártico, establecido en 1996 y que incluye a los ocho países con territorio soberano en el Círculo Ártico.
Poco antes de que comenzara la reunión -un anticipo de la esperada cumbre que se espera que los presidentes de ambos países, Joe Biden y Vladimir Putin, celebren este verano-, EE.UU. anunció que no impondría las sanciones contra la compañía Nord Stream 2 AG y su consejero delegado, Matthias Warnig, por la construcción de una línea de gas que va de Rusia a Alemania y que había situado a la Administración Biden entre dos fuegos.
El presidente de EE.UU. se opone al proyecto pero, a la vez, quiere restaurar la relación con sus principales socios europeos, empezando por Alemania. «El secretario ha decidido que estas sanciones impactarían de forma negativa en nuestras relaciones con Alemania, la Unión Europea y otros aliados y socios», dijo una fuente del Departamento de Estado a la prensa. «Este Gobierno ha heredado una línea de gas que estaba completada al 90%. Pararla es muy difícil, pero eso no quiere decir que vamos a entregar el 10% restante».
Sí habrá sanciones, sin embargo, contra cuatro compañías y cuatro buques que desarrollan el proyecto, pero con menor protagonismo en él que Nord Stream.
La decisión ha sido recibida con satisfacción por el Gobierno alemán y con críticas con los sectores políticos más combativos con Rusia dentro de EE.UU. Dos senadores republicanos de peso, Marco Rubio y Ben Sasse, lo calificaron como un grave error que dará mucha fuerza a Moscú frente a Washington en el tablero europeo.
Las relaciones entre Rusia y la Administración Biden empezaron con turbulencias. Biden dijo que mostraría dureza frente a las agresiones de Moscú, como sus campañas de ciberataques o interferencias en los procesos electorales.
La reunión entre Blinken y Lavrov, la primera entre ambos desde la entrada de la Administración Biden, tuvo un tono correcto. Mucho más, por ejemplo, que la que tuvo el jefe de la diplomacia estadounidenses con sus homólogos de China, a quien Joe Biden ha colocado como el gran desafío en política exterior para EE.UU. Su primera cumbre en Alaska el mes pasado, naufragó entre acusaciones mutuas.
Blinken y Lavrov se saludaron de forma amistosa, con un golpe de codo, y coincidieron en que tienen «diferencias serias» pero que comparten «esferas en las que nuestros intereses coinciden», como apuntó Lavrov.
Blinken recordó las palabras de Biden sobre Moscú: «Si Rusia actúa de forma agresiva contra nosotros, nuestros socios o aliados, responderemos», pero también reconoció que hay «muchas áreas donde nuestros intereses se juntan».