El Ártico está experimentando un efecto invernadero más rápido que otras regiones del planeta, con un aumento de temperaturas que duplica la media global
Los expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) han confirmado que el Ártico registró este verano la temperatura más alta de su historia. La localidad rusa de Verkhoyansk registró 38 grados centígrados el 20 de junio de 2020.
La temperatura, que es más propia del Mediterráneo que del Ártico, se registró en una estación meteorológica local durante la ola de calor sufrida por Siberia ese verano, pese a tratarse habitualmente de una de las regiones más frías del planeta.
El año más cálido de la historia
El año pasado, Siberia tuvo durante gran parte de los meses estivales temperaturas superiores a la media local de hasta 10 grados, lo que contribuyó a que se produjeran devastadores incendios en la zona y hubiera una gran pérdida de masa helada. Esto ayudó a que el verano de 2020 fuera uno de los más cálidos registrados a nivel global.
La confirmación de este récord es una señal más del cambio climático, ha subrayado el secretario general de la organización, Petteri Taalas, quien ha recordado que en 2020 también se midió una temperatura récord en la Antártida, de 18,3 grados centígrados. De hecho, la región ártica está experimentando un efecto invernadero más rápido que otras regiones del planeta, con un aumento de temperaturas que duplica la media global.
La OMM continúa verificando mediciones extremas y actualmente se encuentra en proceso de confirmación de varios registros de 54,4 grados en el Valle de la Muerte (California, Estados Unidos), medidos en 2020 y 2021, así como un posible máximo europeo de 48,8 grados aportado por una estación de la isla italiana de Sicilia este verano.