El cerebro humano encogió hace 3.000 años, ¿por qué?

cerebro humanoInvestigadores utilizan un curioso enfoque para explicar el fenómeno, que atribuyen al conocimiento compartido y la división del trabajo

En las primeras etapas de la evolución humana, el cerebro creció de forma significativa. Si el de un pequeño australopiteco de hace más de 3 millones de años apenas superaba los 400 gramos -similar al de un chimpancé o un gorila-, el del Homo habilis, todavía menudo y conocido por el uso de herramientas hace 1,9 millones de años, alcanzaba los 600 gramos. Esta tendencia continuó en África con H. rudolfensis, de cuerpo más grande (735 gramos), y H. ergaster (850 gramos). En comparación, la masa cerebral promedio de un Homo sapiens, la especie a la que todos pertenecemos, es actualmente de 1.350 gramos.

El aumento del tamaño del cerebro corrió paralelo a los avances tecnológicos, que llevaron, por ejemplo, a una mejor dieta y nutrición y a grupos sociales más grandes. Sin embargo, la expansión no fue continua. Sorprendentemente, hace unos 3.000 años, el cerebro humano encogió de forma inesperada, de forma que el nuestro, el de los homnres y mujeres de hoy, es más pequeño que el de los individuos del Pleistoceno.

Así lo ha comprobado un equipo interdisciplinar de investigadores que ha estudiado los datos obtenidos de un conjunto de 985 cráneos humanos fósiles y modernos. Creen que esa reducción ocurrió por el surgimiento de la inteligencia colectiva -el intercambio de información distribuida a través de redes sociales de grandes grupos de humanos- y la división de trabajo. Lo explican en la revista ‘Frontiers in Ecology and Evolution’.
Una pelota de tenis

«Demostramos que el tamaño medio del cerebro hace 3.000 años era de 1.450 cc, mientras que el cerebro medio de hoy es aproximadamente 100-150 cc menos, más o menos una reducción de tamaño del 10%. Esta pérdida es un poco menor que la de una pelota de tenis», afirma en un correo electrónico James Traniello, profesor de Biología en la Universidad de Boston y coautor del estudio.

Para desentrañar el enigma de por qué sucedió algo semejante, los investigadores emplearon una curiosa perspectiva: Utilizaron patrones de evolución del cerebro de las hormigas. «Las sociedades de hormigas y humanas son muy diferentes y han tomado diferentes rutas en la evolución social -señala Traniello-. Sin embargo, las hormigas también comparten con los humanos aspectos importantes de la vida social como la toma de decisiones en grupo y la división del trabajo, así como la producción de su propia comida (agricultura). En hormigas y humanos, los grupos cooperantes pueden ser más inteligentes que los miembros individuales. Estas similitudes pueden informarnos ampliamente de los factores que pueden influir en los cambios en el tamaño del cerebro humano».

Además, los cerebros de las hormigas son muy diversos y pueden estudiarse comparativamente. Algunas especies de hormigas muestran un mayor tamaño del cerebro, mientras que el de otras es más pequeño. «Los impactos de la vida social en la evolución del cerebro de las hormigas pueden informar ampliamente nuestra comprensión de la evolución del cerebro en los seres humanos», añade el investigador.
Sabiduría de multitudes

El estudio de modelos y patrones computacionales del tamaño del cerebro de la hormiga obrera, la estructura y el uso de energía en algunos clados de hormigas, como la hormiga tejedora Oecophylla , las hormigas cortadoras de hojas Atta o la hormiga común de jardín Formica, mostró que la cognición a nivel de grupo y la división del trabajo pueden influir en la variación adaptativa del tamaño del cerebro. Esto significa que dentro de un grupo social donde se comparte el conocimiento o los individuos son especialistas en ciertas tareas, los cerebros pueden adaptarse para ser más eficientes y disminuir de tamaño para consumir menos energía.

Algo parecido puede haber ocurrido en las sociedades humanas, donde el conocimiento se ha externalizado. Necesitar menos energía para almacenar mucha información como individuos puede haber favorecido una disminución del tamaño del cerebro humano.

«Proponemos que esta disminución se debió a una mayor dependencia de la inteligencia colectiva, la idea de que un grupo de personas es más inteligente que la persona más inteligente del grupo, a menudo llamada la ‘sabiduría de las multitudes’», agrega Traniello.

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