Alan Greenspan y Ben S. Bernanke tienen en común ser economistas, académicos, haber sido presidentes de la Reserva Federal de los EEUU, ambos con Presidente (del país) distinto. Pero desde sus funciones en el Banco Central de USA han tenido que tomar decisiones difíciles para evitar el colapso de la economía más grande del mundo, influenciadas por circunstancias disímiles, pero riesgosas a las vez.
Greenspan y Bernanke han contado sus experiencias de esos momentos tormentosos de consecuencia global, testimonios que permiten un referente de lo difícil e intenso que se tornan las decisiones de esta entidad emisora cuando del manejo de los tipos de interés se trata, pues las decisiones de política monetaria hay que entrelazarla con el entorno macroeconómico y la economía internacional de manera sistemática. Situaciones que involucran a los mercados financieros, el mercado de divisa global, los precios del petróleo y los commoditties, la regulación del sistema financiero y el déficit presupuestario.
Por tales razones, es interesante conocer de primera mano esos momentos perturbadores que se viven en la Fed con decisiones que hay que tomar con el coraje requerido, donde la formación y la experiencia se unen sin ningún modelo standard para actuar más que el valor de hacerlo, pronosticando escenarios optimistas y pesimistas posibles, con juicios que no siempre son acertados y donde es inexistente un laboratorio para comprobar las teorías conocidas. Y donde la interrogante que subyace es ¿hasta qué punto podemos vaticinar lo que está en el porvenir? Pues todo se queda en la capacidad para sopesar probabilidades, lo que a juicio de Greenspan se trata de “un don que ayuda a guiar todas nuestras acciones, desde lo mundano a los asuntos de vida o muerte”.
Resulta impresionante cómo estos economistas que han presidido la Reserva Federal de USA, plasman su memoria y hacen revelaciones de situaciones que no encontramos en los libros de textos de economía ni mucho menos existe teoría que proporcionan soluciones a eventuales situaciones de crisis, pero tampoco existe un manual de cómo debe actuar un gobernador del Banco Central ante tales circunstancias. Greenspan publicó sus relatos en el 2008 en su libro “la era de las turbulencias: aventuras en un nuevo mundo”, en tanto, Bernanke, que fue su sucesor, publica su libro en el 2015, bajo el titulo “el valor de actuar”, The Courage to Act: Memoria de una crisis y sus secuelas.
En el caso de Greenspan, relata aquel primer encuentro con el entonces presidente electo George W. Bush, el 18 de diciembre de 2000, donde confiesa que “me vi obligado a informar de que el panorama a corto plazo no era bueno, parecíamos afrontar la posibilidad real de una recesión y el desinfle de la burbuja tecnológica había sido el gran drama financiero de los meses previos.” No había otro camino que explicarle a un Presidente electo la realidad de que los mercados más amplios bajaron mucho menos: el Standard & Poors había perdido un 14% y el Dow Jones un 3%.
Greenspan relata que lo más inquietante resultaba el estado general de la economía y exponía de manera abierta y juiciosa que la Fed había endurecido los tipos de interés en una serie de pasos, 1999-2000, pues al término de dicha reunión resalta que “Bush me pidió un momento en privado y comentarme ´Quiero que sepa que tengo plena confianza en la Reserva Federal y que no pensamos cuestionar sus decisiones.ª. En adición, “le di las gracias y charlamos un poco más ya que el Presidente electo se había centrado en la cuestión de más acuciante importancia para la Fed: nuestra autonomía ya que no íbamos a reñir por la política monetaria”.
En el 2006, Ben S. Bernanke fue escogido presidente de la Reserva Federal de EEUU, como sucesor de Greenspan, y al poco tiempo, en el 2007 estalló la burbuja inmobiliaria, evidenciando en lo inmediato las vulnerabilidades encubiertas del sistema financiero global y trasladándolo al borde de la catástrofe. En lo inmediato, Bernanke y la Reserva Federal enfrentaron a la implosión del banco de inversiones Bear Sterns, al rescate financiero del gigante de los seguros AIG y al riesgo sistémico que contagió el sistema financiero global y luego logró estabilizar el mismo, evitando un derrumbe financiero de inimaginable escala planetaria, razón por la cual su gran mérito fue evitar una gran depresión con el shock de 2007-2008.
Para contrarrestar el impacto de la crisis financiera, se quintuplicó la base monetaria de EEUU al pasar ésta de 800.000 millones de dólares a 4 billones, para luego llevarla a 9 billones de dólares. Ante esta situación, Bernanke estaba consciente que se estaba asumiendo un enorme riesgo, pero de por medio se involucraba los 85 mil millones de dólares para el rescate de la aseguradora multinacional AIG que opera en más de 130 países con más de 74 millones de clientes y una inmensa empleomanía, dejarla quebrar implicaba que “la desconfianza en el mercado financiero se intensificaría y la capacidad de la Fed para controlar la crisis quedaría destruida”.
Las memorias plasmadas en estos libros ha de convertirse en una guía para la Fed y los bancos centrales, en los momentos en que se realiza ajuste en la política monetaria y en medio de una transición de autoridades que ponen a prueba la independencia de la Fed.
El autor es economista

