El espinosaurio es el dinosaurio carnívoro más grande que se conoce, incluso más que el temible tiranosaurio rex. Además de su imponente presencia -más de doce metros de longitud y una vela inconfundible en el lomo-, poco se sabe de este gigante de hace 100 millones de años, ya que existen muy pocos restos en el mundo. Los únicos bien conservados fueron destruidos en un ataque aéreo aliado sobre Múnich, Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial.
Con tan pocas pistas, especular sobre la vida de este formidable animal ha sido realmente difícil. Uno de los aspectos más debatidos por los paleontólogos es si el espinosaurio era capaz de nadar. En su esqueleto algunos han visto un auténtico nadador, mientras que otros han propuesto que simplemente vadeaba en el agua como una garza.
Para resolver el misterio, un grupo de paleontólogos ha adoptado un enfoque diferente: examinar la densidad de los huesos del dinosaurio. Al compararlos con los de otros animales como pingüinos, hipopótamos y caimanes, el equipo descubrió que Spinosaurus y su pariente cercano Baryonyx tenían huesos densos que probablemente les habrían permitido sumergirse bajo el agua para cazar. Mientras tanto, otro dinosaurio relacionado llamado Suchomimus tenía huesos más livianos que le habrían dificultado nadar, por lo que probablemente vadeaba o pasaba más tiempo en tierra como otros dinosaurios.
Rasgos acuáticos
Como explican los investigadores, toda la vida provino inicialmente del agua, pero en la mayoría de los grupos de vertebrados terrestres hay miembros que han regresado a ella. Entre los mamíferos, ballenas y focas volvieron al océano, mientras que nutrias, tapires e hipopótamos son semiacuáticos. Entre las aves, lo hicieron pingüinos y cormoranes. Y entre los reptiles, los caimanes, cocodrilos, iguanas marinas y serpientes marinas. Durante mucho tiempo, se creía que ningún dinosaurio no aviar (los que no se ramificaron en pájaros) era acuático, hasta que en 2014 Nizar Ibrahim, de la Universidad de Portsmouth, describió un nuevo esqueleto de espinosaurio.
Los científicos ya sabían que los espinosáuridos pasaban algún tiempo en el agua: sus largas mandíbulas parecidas a las de un cocodrilo y sus dientes en forma de cono son similares a los de otros depredadores acuáticos, y se habían encontrado algunos fósiles con vientres llenos de peces. Pero el nuevo espécimen descrito en 2014 tenía fosas nasales retraídas, patas traseras cortas, pies en forma de remo y una cola en forma de aleta: todos signos que apuntaban a un estilo de vida acuático. Pero los investigadores siguieron debatiendo si los espinosáuridos nadaban en busca de comida o si simplemente se paraban en las aguas poco profundas y metían la cabeza para atrapar a sus presas.
Leyes de la física
Para poner fin al debate, Matteo Fabbri, investigador en el Field Museum, decidió fijarse en las leyes físicas generales. «Hay ciertas leyes que son aplicables a cualquier organismo en este planeta. Una de estas leyes se refiere a la densidad y la capacidad de sumergirse en el agua», explica.
En todo el reino animal, la densidad ósea es un indicador de si ese animal puede hundirse bajo la superficie y nadar. «Estudios anteriores han demostrado que los mamíferos adaptados al agua tienen huesos densos y compactos en sus esqueletos poscraneales», dice Fabbri. El hueso denso funciona como control de flotabilidad y permite que el animal se sumerja.
Fabbri y sus colegas, incluidos investigadores de las universidades de Cambridge y Oxford, reunieron un conjunto de datos de secciones transversales de fémur y costilla de 250 especies vivas y extintas, tanto terrestres como acuáticas. Entre ellas focas, ballenas, elefantes, ratones y colibríes. También dinosaurios de diferentes tamaños y reptiles marinos extintos. De animales que pesan varias toneladas a otros que pesan apenas unos gramos. Los investigadores compararon las muestras con las de espinosaurio y sus parientes Baryonyx y Suchomimus.
Esta colección de animales reveló un vínculo claro entre la densidad ósea y el comportamiento de alimentación acuática: los animales que se sumergen bajo el agua para encontrar comida tienen huesos que son casi completamente sólidos, mientras que las secciones transversales de los huesos de los habitantes terrestres tienen los centros huecos. «Todos los animales que tienen el comportamiento de sumergirse por completo tienen estos huesos densos, y esa fue la gran noticia», dice Fabbri.
Los investigadores encontraron que Spinosaurus y Baryonyx tenían el tipo de hueso denso asociado con la inmersión total. Mientras tanto, el pariente cercano Suchomimus tenía huesos más huecos. Todavía vivía en el agua y comía pescado, como lo demuestra su hocico que imita a un cocodrilo y sus dientes cónicos, pero según la densidad de sus huesos, en realidad no estaba nadando.
Otros dinosaurios, como los saurópodos gigantes de cuello largo, también tenían huesos densos, pero los investigadores no creen que eso significara que nadaran. «Los animales muy pesados como los elefantes y los rinocerontes, y como los dinosaurios saurópodos, tienen huesos de las extremidades muy densos, porque hay mucha tensión en las extremidades», explica Fabbri. «Dicho esto, los otros huesos son bastante livianos. Por eso era importante para nosotros observar una variedad de huesos de cada uno de los animales del estudio». Y aunque existen limitaciones para este tipo de análisis, Fabbri está entusiasmado con el potencial de este estudio para contarnos cómo vivían los dinosaurios.
«Una de las grandes sorpresas de este estudio fue lo raro que era la búsqueda de alimento bajo el agua para los dinosaurios, y que incluso entre los espinosáuridos, su comportamiento era mucho más diverso de lo que pensábamos», apunta.
Adiós al zancudo
Para Jingmai O’Connor, del Field Museum y coautora del artículo que publica la revista ‘Nature’, los estudios colaborativos como este, que se basan en cientos de especímenes, son «el futuro de la paleontología. Requieren mucho tiempo, pero permiten a los científicos arrojar luz sobre grandes patrones, en lugar de realizar observaciones cualitativas basadas en un fósil. Es realmente asombroso que Matteo haya podido lograr esto, y requiere mucha paciencia».
«Creo que, con esta línea de evidencia adicional, las nociones especulativas que contemplan a Spinosaurus como una especie de zancudo gigante carecen de apoyo probatorio y pueden excluirse con seguridad», opina Ibrahim. «Los huesos no mienten, y ahora sabemos que incluso la arquitectura interna de los huesos es totalmente consistente con nuestra interpretación de este animal como un depredador gigante que caza peces en vastos ríos, usando su cola en forma de paleta para propulsarse. Será interesante reconstruir con mucho más detalle cómo se movían estos monstruos de río, algo en lo que ya estamos trabajando». La vela de este animal sobresaliendo en el agua debió de ser una estampa impresionante.