Giuseppe Conte comparece por primera vez ante el Parlamento y anuncia la apertura de su país a Rusia y su compromiso de permanecer en la Unión Europea
Giuseppe Conte no hará experimentos. El nuevo primer ministro de Italia ha asumido punto por punto el guión escrito por La Liga y Movimiento 5 Estrellas en su primera intervención en el Senado, donde ha anunciado que se promoverá el levantamiento de las sanciones a Rusia. Conte ha subrayado la lucha contra “el negocio de la inmigración” —el acuerdo de Gobierno ha puesto en la diana a 500.00 migrantes— y ha confirmado la bajada radical de impuestos. La mayoría parlamentaria le otorgó la confianza y este miércoles deberá hacer lo mismo en la Cámara de Diputados.
Durante una hora y 11 minutos el profesor Giuseppe Conte, autoproclamado “abogado defensor de todos los italianos”, compareció por primera vez ante el Parlamento. Flanqueado por sus vicepresidentes, Matteo Salvini (Liga) y Luigi Di Maio (Movimiento 5 Estrellas), que asentían al oírle articular discursivamente el contrato de Gobierno firmado por ambos, asumió su condición de ejecutor de dicho documento. Son nuevos tiempos, proclamó. Y el entusiasmo en la mayoría parlamentaria lo secundó: 62 veces aplaudieron un discurso más bien plano en el que, en vista de las salidas de tono xenófobas del nuevo ministro del Interior, se vio en la obligación de señalar que el Gobierno que preside no es racista.
Conte, un neoparlamentario tranquilo, algo lento y mejor en la réplica que en un discurso encorsetado sin apenas aportaciones personales, ha reconocido lo obvio: carece de experiencia política. Pero puso en valor su frágil figura: “Soy un ciudadano elegido para garantizar el programa de Gobierno”. Justo lo que reseñó sin aventuras fuera del guion durante su primera intervención.
El nuevo premier, que anunció una campaña a nivel europeo liderada por Italia para promover el levantamiento de sanciones a Rusia, hizo suyos todos los eslóganes electorales de sus vicepresidentes. Empezando por lo que definió como “el negocio de la inmigración”. El primer ministro, un ex votante de izquierdas, remarcó la intención de crear un sistema “automático” y “obligatorio” de repartición de los solicitantes de asilo en Europa, que “aumentó desmesuradamente a la sombra de una falsa solidaridad”.
El contrato de Gobierno de Liga y M5S pone en la diana a unos 500.000 migrantes llegados a Italia irregularmente en los últimos 5 años. La cifra es inexacta y no hay acuerdos de repatriación con la mayoría de países de donde proceden. Pero a ellos irán destinadas estas políticas y todas las que el “garante del contrato” fue enumerando. El nuevo ministro del Interior, en el mismo tono que usaba antes serlo, volvió a cargar contra ellos y añadió sal a la herida de un fenómeno que el fin de semana se cobró 50 vidas. “Para los irregulares se ha acabado la buena vida. Han comido a costa del prójimo muy abundantemente demasiado tiempo”.
Populistas y antisistema
Los tiempos han cambiado, trató de convencer Conte a la oposición, invitándola a sumarse al acuerdo de Gobierno cuándo y cómo quieran durante la legislatura. Y los ejes ideológicos tradicionales, sugirió, están muertos. “Nos han llamado populistas o antisistema. Bien, son fórmulas lingüísticas. Pero si el populismo es la actitud de la clase dirigente de escuchar a la gente, si antisistema significa intentar introducir otro sistema mejor, este Gobierno se merecerá esas calificaciones”, asumió.
La dosis de tranquilidad llegó con la afirmación de permanecer en la UE y reducir la deuda, aunque sin aplicar medidas de austeridad (no dio datos de donde procederán los fondos para ejecutar el programa). Además, ninguna de las grandes promesas llegarán en el corto plazo. La Flat Tax —la reducción del IRPF a un doble tipo fijo del 20% y el 15%— se empezará a desarrollar el año que viene. Primero se aplicará en las empresas y, hasta 2020 no llegará a las familias. En el caso de la renta universal prometida por el M5S —780 euros para todos los desempleados y los pensionistas que no lleguen a esa cifra—, primero se deberá emprender una reforma ambiciosa de las agencias de empleo que llevará algo más de un año. Teniendo en cuenta que los gobiernos en Italia duran una media de 14 meses, los plazos propuestos invitan a pocas esperanzas.