Nació dividido.
Trata de convivir con sus contradicciones internas… LAP por un lado, H20 por otro, cada quien sus seguidores dejando un estrecho margen al militante que solo posee la esperanza de ganar. Luis Abinader e Hipólito Mejia marcan las cifras, compiten, colocando la oposición para quien sabe, algún día, en los temas país.
Mientras un tercero, actual diputado Wellinton Arnaud, rodea a los competidores y comiéndose la disidencia y esperanzando con otras formas.
El PRM no se comporta como un partido de oposición, sino como un competidor común donde el elector selecciona cuan «Tin Marin» porque lo que necesita escuchar, no lo escucha, no se ha logrado, más allá del hartazgo al morado, impregnar el supuesto de que existe algo «nuevo» o diferente.
Para colmos, y en una señal curiosa pero que demuestra la separación de criterio sobre como actuar frente a la actual coyuntura, Luis Abinader se adelanta a convocar a los «suyos» a movilizarse en medio del conflicto de las castas PLD aunque se arriesga a estar demasiado cerca de uno de los competidores aunque… ya, el otro bando del PRM permanece en mutis adelantando que se había dado libertad a sus diputados seguidores en el voto en asuntos cruciales.
El PRM no luce como un ente homogéneo, sino que sus contradicciones de cara a una eventual convención podrían agudizarse y apuesta porque en este escenario no se «venda» uno de sus diputados pues, el ruido mediático seria realmente catastrófico, solo por un voto, incluso, si este no cambia el estado de la pizarra.