Decenas de miles de personas han emprendido la huida de Goma, ciudad de unos 800.000 habitantes situada en el noreste de la República Democrática del Congo, ante el riesgo de una nueva erupción del volcán Nyiragongo, cuya explosión el pasado fin de semana ya ha provocado 32 muertos y 40 desaparecidos, según Unicef. El gobernador militar de la región de Kivu del Norte, el general Constant Ndima, dio la orden obligatoria de evacuar 10 de 18 barrios de la ciudad durante la madrugada del jueves, lo que provocó una salida precipitada de sus habitantes que trataban de llevar consigo sus pertenencias más valiosas.
“Los datos actuales de la sismicidad y de la deformación del terreno indican la presencia de magma bajo la zona urbana de Goma con una extensión bajo el lago Kivu”, aseguró el general Ndima, quien alertó de la posibilidad de “una erupción inmediata en tierra o bajo el lago, sin ninguna señal precursora”. En las últimas 24 horas decenas de miles de habitantes de Goma comenzaron a abandonar la ciudad en coche, provocando grandes atascos en la carretera principal de entrada y salida, o a pie, cargando sobre la espalda con grandes maletas y bultos.
La mayor parte de los habitantes de Goma se ha dirigido a la ciudad próxima de Sake, situada a unos 25 kilómetros, donde miles de personas encontraron refugio en iglesias y colegios, mientras que aquellos que no tuvieron tanta suerte se instalaron en tiendas de campaña y campamentos improvisados al borde de la carretera. Por otra parte, tal y como ha venido ocurriendo desde que el Nyiragongo entró en erupción el pasado fin de semana, terremotos de hasta 4,9 de magnitud han seguido sembrando la inquietud entre la población. El Gobierno congoleño ha informado de que se han producido más de 400 seísmos desde el domingo.
Un equipo de expertos se trasladó esta semana hasta la cumbre del volcán para tratar de evaluar los riesgos y decidir las medidas a adoptar. “El Ejecutivo quiere proteger a la población de posibles coladas de lava. El regreso de la población no será posible hasta que la amenaza sea completamente descartada”, explicaba este jueves Patrick Muyaya, portavoz del Gobierno, desde Kinshasa, la capital del país. La erupción del Nyiragongo ha dejado, por ahora, 32 muertos y 40 desaparecidos, según cifras de Unicef, que ha advertido de que unas 400.000 personas, más de la mitad niños, podrían verse desplazadas en esta crisis.
Los principales puntos de salida de quienes huyen del riesgo de una segunda erupción son la citada carretera hacia Sake, ciudad que ya está colapsada, la frontera ruandesa y la carretera que va hacia el norte en dirección a Rutshuru, que quedó cortada por la lava el pasado fin de semana, pero que ya ha sido abierta al tráfico tras la realización de trabajos de emergencia. En las últimas horas, las autoridades han pedido a la población que utilicen esta ruta al existir espacios abiertos al norte donde se pueden instalar. Policías y militares han sido desplegados para intentar orientar esta evacuación y proteger a bienes y personas en un momento de gran confusión.
Cientos de personas se han dirigido también al puerto de Goma, situado a las orillas del lago Kivu, con la intención de subirse a alguna embarcación que los pueda transportar hasta Bukavu, la capital de Kivu del Sur. Sin embargo existe un creciente temor a que la erupción se produzca precisamente bajo este lago lo que plantea un escenario “catastrófico”, según dijo el portavoz del Gobierno. El general Ndima se refirió a este riesgo explicando que si el magma alcanza las profundidades del lago Kivu podría producirse una erupción límnica en la que los gases tóxicos almacenados en el fondo del lago, metano y dióxido de carbono, se podrían liberar en el aire. En 1986 una erupción de este tipo provocó la muerte de unas 1.800 personas junto al lago Nyos en Camerún.
El Nyiragongo es uno de los volcanes más activos del mundo. Su última gran erupción, en 2002, provocó la muerte al menos a 240 personas, que murieron asfixiadas por el dióxido de carbono, y dejó sin hogar a más de 100.000. El río de lava que llegó hasta Goma cambió además el rostro de la ciudad. Casi veinte años después, aún se pueden ver edificios en sus calles cuya planta baja quedo sepultada por la lava convertida en una pétrea masa gris.