Siempre se ha sabido que las principales redes sociales norteamericanas, salvándose de la lista Telegram, obedecen o se pliegan a los designios de sus dueños, muy pro occidentales y que conocen su rol en el orden mundial.
Las redes sociales hoy poseen muchos datos de las personas a nivel mundial y hasta se sabe que venden estos a quien pague mejor.
En este escenario entra Elon Musk, quien, con la ambición y necesidad de litio barato para sus Tesla, evidenció en el golpe contra Evo Morales y con la ayuda de la OEA, que directamente el multimillonario estaba activo.
Musk posee una red satelital llamada StarLink, que ya opera en varios países, pero ahora, con su participación militante en el conflicto interno venezolano, el señor no solo aparece como un payaso ruin, sino con un ejército mediático de granjas de bots que debería combatir en su red Twitter, pero potenciado con el saber que además, la red de Internet puede servir de pasarela para futuros ataques a países con fines golpistas.
La red de Internet funciona entonces como una invasión previa en los países que mañana, si a Elon no le gusta el gobernante o la decisión soberana de un país, lo pueda agredir y desestabilizar desde adentro, desde su propia red.
Aún no se habla mucho de esto, pero es claro que con la red social Twitter y una red mundial proveedora de Internet satelital, el próximo paso puede ser crear sus propias redes de drones o misiles porque ya tiene partes de un ejército en guerra: lo mediático y las comunicaciones.
Es curioso que una de las cuentas que usamos para difundir fue bloqueada por compartir videos contrarios a la oposición antichavista de Venezuela. El bloqueo de la cuenta, advirtieron, era de carácter definitivo.
¿Puede existir libertad de expresión en Twitter (X) cuando el dueño participa directamente en un conflicto que posee un componente importante en la batalla en esa misma red? No, no existe.