El país está inundado de ilegales, cada día más.
El discurso de invasión es cosa de los políticos que van, desde oposición en oposición, hablando del tema para, llegando al poder, no hacer nada o casi nada, que es lo mismo o igual.
Danilo lo intentó, sin embargo, nunca se sabrá ni cuál fue el resultado del empeño de regularización y menos, cuánto costó.
Si el Padrón Electoral de Dominicanos es un caos, pretendiendo vivir en la farsa de que cada partido tenga sus registros sin hacer una lista única, que es demasiado fácil, es claro que a alguien, alguna organización y quién sabe, a todo el aparato político y empresarial, le convenga el caos sobre el registro también de los ilegales extranjeros que viven en la República Dominicana, siendo el más preponderante, los haitianos.
El tema haitiano va de jugador en jugador de la mesa de dominó donde todos se pasan, y simulan, de cuando en cuando y de vez en vez, colocar alguna ficha que no sirve para nada.
El tema haitiano pasa por la República Dominicana, porque las «parturientas» no vienen solas, se regresan solas, sirve para la prensa y el «culpable es el otro», de elección en elección, dando «comida» a ultranacionalistas sin voluntad política, con planes irrealizables en una economía dependiente y una política exterior «amarrada» con los Estados Unidos, todo se convierte en «multimedias».
No existe voluntad política.
Los ultras convencieron al presidente del populismo del muro, pero las «mafias» del tráfico de personas no suben verjas que son la expresión de una farsa y gasto de recursos inútiles.
Pasarán años y la clase política irresponsable irá de medio en medio, con discursos vagos y pobres, casi ridículos, de encuestas electorales y chismes casi de braguetas de los políticos, tópicos que tratan todo como una competencia deportiva, mientras el país va cubriéndose de otra religión, otro idioma, otra idiosincrasia y, el día D, los irresponsables tomarán el primer avión para Dubai o quien sabe, Florida.
No, no se trata de una oda a las expulsiones masivas, ni al maltrato de humanos que solo cruzan la frontera para sobrevivir a la barbarie y al hambre, se trata de señalar que no habrá país mínimamente desarrollado si no tiene control de quienes son sus ciudadanos y quienes habitan en cada territorio pues, las estadísticas, son las que alimentan el orden y solo esta, es la puerta al salto ciudadano.
Desarrollo no es tener celulares de alta gama y cuatro por cuatro del año corriendo en avenidas cundidas de corrupción mal asfaltadas, sino de orden, respeto a la institucionalidad, ordenamiento territorial y registro ciudadano confiable, nada más.