Los amigos se visitan siempre. Café aqui o café allá, un buen café, un simple café, a la hora que sea acompañando una conversación del tiempo justo para ser siempre bien recibida.
Luego los amigos se hacen funcionarios, se dificulta que tomen el teléfono porque están más ocupados, tal vez, tal vez, la necesidad de un asistente o una secretaria ahora se ocupa de la agenda y esta persona no conoce cada amistad del amigo ahora con cargo y termina mal atendiendo, sobre todo, las prioridades, los contactos de la lista.
La mutación de amigo a funcionario es normal, es un proceso, complejo, doloroso, es casi un luto que todos deben pasar.
Hay quien muta completamente dejando el humanismo detrás, se sube en un podium para siempre y los amigos…. ahhh, si, aquellos amigos…. pero otros saben que el poder es pasajero y lo que al final más necesita un funcionario es precisamente al amigo… en su momento, busca el tiempo para bajar del podium y gustar aquella tasa de café.
Los amigos se encuentran siempre donde se encuentran los amigos… donde se toma café, donde no se tiene que esperar y peor, acelerar la plática porque otros están esperando, donde no se es un item en una lista, donde exista espacio para la sonrisa.
Los amigos siempre serán los amigos y si así se consideran deben comprender al funcionario, como este le comprende a él.
Se es amigo o no se es. El amigo que porque esperó y no había tiempo, porque el reloj marco fuera de hora o porque no se le tomó el teléfono cambio de camisa o cruzó la otra acera entonces ese, nunca fue amigo.
La lealtad es una de las cualidades más apreciadas del ser humano, requiere comprensión, ponerse en el lugar del otro, pensar como el otro, reaccionar como el otro y que te dueña lo que al otro le duela.
Las Salas de Espera no son para los amigos pues los amigos siempre esperan allí donde la tasa de café no falta, donde el tiempo que corra no importa, donde siempre habrá una conversación sincera sin esperar nada a cambio, solo, el ser amigo.
