Es lógico que en tiempo de paz el ocio disponga de mucho espacio en los cuarteles pero cuando la falta de oficios coincide con la urgencia de proteger los recursos naturales del país, el Estado llamado a ejercer el monopolio de la fuerza para mantener el orden en la sociedad tiene que amarrarse el cinturón militarmente hablando. La decisión del Poder Ejecutivo de acantonar provisionalmente tropas en el Parque Nacional de los Haitises para evitar talas, quemas y siembras furtivas va en la dirección de tomar medidas extremas cuando determinadas situaciones las requieran. No hay dudas de que la zona hidrológica del noreste, que se alimenta de lluvias que surten ríos, ha sido pasto de depredaciones. Daños que de continuar asestarían golpe severo a la retención del agua que se precipita sobre la zona y deriva hacia geografías vecinas bendecidas por aquel montón de cerros o mogotes prodigados por la madre naturaleza.
El empleo de un recurso que incluye la disponibilidad de armas de fuego para disciplinar intrusos estará sujeto necesariamente a un control inteligente y práctico de superioridades a través de una cadena de mandos alerta contra desviaciones de actuación. Cosa de que el remedio no se pase de rayas en perjuicio de la causa que es contener irrestrictamente incursiones de depredación. Valga el ejercicio de autoridad con personal de cuarteles en áreas de valor ecológico.
