Esposa o política

Margarita Leonel

Caería bien a los enemigos de cualquier persona que su esposo se pusiera en contra, a competir, en un mundo llamado traído desde el reclamo normal de igualdad de derechos y deberes hasta el terreno de la competición de vida o muerte… de hombre a mujer… o viceversa.

En política se avanza en las calles, en las bases, creando estructuras, conociendo estos, sudando con las personas, y la señora, que se enorgullece llamase «de Fernandez» ascendió con el mérito de ser esposa, nada más.

 

Como esposa, y por el terrible, sexista y obsoleto «cargo» de primera dama, donde por compartir lecho con el presidente se asigna «medio» presupuesto del estado, se alcanza una falsa popularidad debido al clientelismo, no al trabajo político, al salir del aire acondicionado y lejos de los medios, allí, donde duele la pobreza y la desesperanza, donde no llega el presupuesto nacional.

La mujer que suba a la presidencia es porque ante todo, ha luchado, a brazo partido, por los intereses del pueblo, quien se ganara el espacio recorriendo confines, sin «ni uno», comiendo nada a veces, creciendo intercambiando sudor… esa es la «mujer» que el pueblo espera… y ejemplos sobran.

La mujer tiene derecho a crecer en la sociedad, luchar porque no le pongan, ejemplo, el «de Fernandez» como si fuera pocesion del esposo, ni llamarle «viuda de» en caso de muerte de este, la mujer debe luchar porque se extirpe el «empleo» de Primeras Dama pues ser esposa de alguien no debe ser favorecido, por si mismo, con una cuota de poder la mujer debe luchar por mandar en su cuerpo, por usar el pelo como quiera, ya sea corto, greña, rape, la mujer debe abogar porque la ONU no diferencie a la niña del niño en la aberración del llamado Dia de la Niña, la mujer debe jugar el rol como «ser humano» primero, lograr ser valorada por sus méritos propios, no por su sexo o por llevar anillo matrimonial.

Margarita desarrollo su vida profesional sin pedir permiso a nadie, con méritos propios, no merece ser aupada ahora no como profesional sino como esposa.

Si Margarita, la esposa, cae en el error de creerse líder, seria su salida del escenario pues las «otras «esposas», en un país donde el aborto está prohibido, donde la mujer se queda con todo, donde el acoso nadie lo denuncia, donde aun el supuesto es que el «hombre es el proveedor», donde se cree que la mujer partió de una costilla masculina y se aplaude el versículo donde manda a la esposa a «obedecer al esposo», Margarita seria catalogada como traidora a las aspiraciones familiares y todo el vendaval de ofensas aplastaría su sonrisa.

Mientras algunos competidores llevan en el PLD desde sus comienzos, andaban con Bosch y por ello, crecieron políticamente hablando, ella sube por ser la vice en un acuerdo de «déjame pasar y pongo a tu esposa con presupuesto», nada más.

No te quiere quien te adula, sino quien te despierta del letargo del creerse.

Crudo, si, pero la verdad debe ser dicha y quien aupa a Margarita a competir para satisfacer la adversión contra su esposo, solo le hace daño a ella.

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