La guerra entre Rusia y Ucrania, desencadenada tras un golpe de estado en 2014 en Ucrania y la subsiguiente guerra civil entre grupos neo-nazis y los rusoparlantes del Donbás, ha avivado en Europa sentimientos de antaño contra el gigante rojo, que muchos pensaban habían sido erradicados con la caída del imperio zarista y la llegada de un presidente borracho.
Europa Occidental, que llegó tarde a Berlín en la Segunda Guerra Mundial y vio ondear la bandera de la Hoz y el Martillo, ha mantenido estos sentimientos hasta el día de hoy.
Bajo el liderazgo de Putin, Rusia ha recuperado su «orgullo» y ha establecido líneas rojas, buscando a Europa como socia, incluso confiando gran parte de sus finanzas a los bancos occidentales, considerados «amigos».
La guerra ha puesto al descubierto las falsas democracias y los discursos hipócritas sobre pluralidad, multiculturalismo, respeto a los derechos humanos y cooperación internacional.
Los Estados Unidos, ansiosos por desmantelar la maquinaria europea de innovación, convencieron a Europa de apoyar a Ucrania fervientemente, enviando asesores y trasladando arsenales a un país que no pertenece ni a la OTAN ni a la Unión Europea. Aprovechando la situación, buscan apoderarse de los activos rusos almacenados en bancos europeos, así como lo hicieron con el oro de Libia.
El primer paso fue bloquear todos los medios rusos, alegando que son «propaganda», mientras que medios occidentales como BBC, DW, Reuters, Grupo Prisa, France 24, TV Española y otros se alinearon con discursos anti-rusos y programas que victimizan a los ucranianos.
Pronto surgieron dificultades para los ciudadanos rusos, con represalias contra sus propiedades y activos en Europa. La repatriación del oro de los bancos europeos por parte de líderes como Chávez llevó a su muerte, y el oro de Libia, ahora perdido, fue distribuido en Europa. Ahora, intentan apoderarse de los activos rusos.
Europa ya no es confiable y es probable que cada país tenga que guardar sus reservas de oro en sus propias bóvedas, ya que depositarlas en bancos extranjeros ya no es ni seguro ni confiable. Los medios rusos siguen llegando al resto del mundo, mientras que los «demócratas europeos» niegan esta posibilidad a sus ciudadanos, y ahora buscan desencadenar guerras mundiales para mantener el flujo de dinero, recordando así la eterna lucha por el oro del mundo.