Ex Candidato a Senador reta a Ramfis Domínguez Trujillo a debate

retan el Trujillito

Distrito Nacional, febrero 08 de 2018 –
Señor
Ramfis Domínguez Trujillo
Partido Esperanza Democrática

Si esta carta le hubiera sido dirigida a su tío o su abuelo en algún año entre 1950 y 1961 podríamos asegurar ambos, que el autor de la misma (yo) no hubiera sobrevivido horas después de hacerla pública. Quizás como mis apellidos no eran de honorables amigos de su abuelo que luego se hicieron sus enemigos, me hubieran torturado con alambres baratos y corriente de alta tensión para no gastar mucho dinero en un ciudadano de segunda como yo. Temo que no me hubieran hecho el honor de llamar a mis padres o a algún familiar lacayo del régimen (en mi familia los hubo, ¿En cuál no?) para identificarme y entregar mi cadáver luego de las torturas aplicadas, casi seguro hubieran terminado los pedazos de mi cuerpo arrojados al mar.

 

Pero hace más de seis décadas que su abuelo terminó asesinado en el baúl de un carro poniéndole fin a 31 años de crimen, abuso de poder y robo del patrimonio público y cómo usted comprenderá a pesar de que las mafias políticas que han acumulado poder en los últimos 50 años nos han castrado la posibilidad de una democracia verdadera, es poco probable que a diferencia de su tío usted pueda torturarme o asesinarme sin que al menos pague consecuencias mediáticas por ello. Dada esa condición a los dos se nos hace posible escribir y leer sin riesgos de vida, al menos por ahora.

Pero el motivo de estos breves párrafos no es recordar el pasado, eso será tarea de otro momento si así lo decide el destino. Mi motivación principal es otra, es animarlo a continuar sus actividades políticas y sus legítimas aspiraciones presidenciales, a pesar de que constitucionalmente parece tener limitaciones para la misma. Lo cual sería una lástima para ambos. Creo que a usted y a lo que queda de su familia se le debe derrotar en el ejercicio pleno de la democracia que su abuelo no le permitió ejercer a dos generaciones de dominicanos del siglo XX.

Señor Domínguez Trujillo, usted ha podido comprobar las diferencias de régimen de dictadura y libertad, puede entrar y salir cuando quiera del país, los medios de comunicación le ceden sus micrófonos sin censura y hasta ha logrado el respaldo emocional de un pequeño sector de la ciudadanía que se siente cansada de los políticos convencionales del presente siglo. Pero ese cansancio de ese grupo no le será suficiente para cumplir su sueño presidencial y de reivindicación de la «obra» de su abuelo. Porque esta sociedad dominicana de hoy con todos sus defectos y dificultades está al menos mejor informada que la que su abuelo abuso y violento desde el poder absoluto.

Seré directo y concreto Señor Domínguez Trujillo, lo reto a través de este medio a un debate público, no sobre la dictadura de su abuelo, materia de historiadores, sino sobre nuestras visiones contrastantes sobre lo que se debe hacer con el Estado, la economía y la sociedad dominicana. Tal vez en ese debate democrático, la ciudadanía podría evaluar y comprobar si usted se apropiara o no de las empresa del estado (lo que queda de ellas luego de ser saqueadas), si toda la economía estaría al servicio de sus cuentas bancarias y si los derechos y la libertad de los ciudadanos estarían limitados por algo parecido al SIM. Así mismo sería bueno saber si la solución suya a la crisis migratoria haitiana que tanto preocupa a muchos dominicanos sería similar al genocidio ordenado por su abuelo en 1937.

Señor Domínguez Trujillo dicen que su abuelo era muy valiente y decidido, quizás solo así pudo sostener un régimen como el suyo por tanto tiempo. Si usted heredo esa cualidad no tengo dudas que aceptara mi invitación a debatir nuestras ideas en público, algo que es costumbre y fundamento en la democracia de los Estados Unidos que usted tanto se jacta en conocer. Pero si lo contrario sucede y no acepta el debate o ignora mi llamado, asumiré que pudiera tener miedo de perderlo y miedo solo han tenido los que vivieron el terror de su abuelo y sus familiares y los que hoy le temen a la criminalidad común que azota nuestras calles. Entonces en ese caso tal vez pueda creer el argumento que algunos de sus defensores esgrimen. Que usted no es culpable por herencia de los hechos de sus ancestros y creo que tienen razón, quizás lo único que heredo de ellos fue su apellido y parte de la fortuna robada al pueblo dominicano de la cual ustedes han vivido sin sanción alguna.

Quedo a la espera Señor Domínguez Trujillo, hágale un favor a la historia y a la conciencia tan mancillada de este pueblo. Le prometo no torturarle.

Carlos De Peña Evertsz
Santo Domingo, DN (antigua Ciudad Trujillo)
Febrero 08 de 2018
A 56 años de la caída de la Dictadura

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