Basura por doquier, depredación de bosques y ríos, si tienes un accidente en carretera en vez de ayudarte te roban y matan si pueden, mueren niños en hospitales, no hay censo creíble, la frontera un caos, empresarios que se pasan la culpa asquerosamente a ver quien paga desastres, en medio de la des-regulación y la corrupción, mafias en ministerios e instituciones… no importa cuanto metro y teleférico exista, carreteras de nuevo tipo, socialmente, estamos desaprobados.
Basta mirar la foto desde tirada desde el metro, un hermoso rio lleno de basura y los carritos del teleférico arriba, un contraste burlón entre el desarrollo y la marginalidad y escasez de servicios. Esta basura fue la misma que nos avergonzó mundialmente cuando decidió salir al mar de pronto… y que hoy, desnudando el inmediatismo y la falta de voluntad, emerge como parte del normal paisaje de nuestras fuentes de agua, convertidas en vertederos.
Las iglesias se preocupan en que las «ovejas» se aprendan los evangelios pero poco de crear ciudadanos, si de cobrar el diezmo y crear escándalos.
Un país sin el mínimo ordenamiento territorial, promoviendo el individualismo y la depredación, antivalores, ser rico.
No existe voluntad política, ni de empresarios, ni de políticos, y menos de la mayoría de los pueblos que debe ser guiada por líderes y fuerzas vivas.
Estamos atrapados entre jipetas y cajeros automáticos… los medios son también culpables … los barrios solo son noticias en protestas o sus violencia.
Falso Progreso, no existe progreso, humo y espejismos, visto desde un avión.