La enorme isla pierde miles de millones de toneladas de hielo cada año
A pesar de que su descubridor para los europeos, el vikingo Erik el rojo, la llamara Grønland (tierra verde, en danés) en Groenlandia casi todo es hielo. Sin embargo, va camino de convertirse en lo que decía el aventurero nórdico. En un estudio que modela el pasado, presente y futuro de su capa helada, han comprobado que el deshielo de la isla no había sido tan grande y acelerado desde hace milenios. Y, si no se reducen las emisiones que calientan el planeta, lo peor aún está por venir.
Groenlandia, con una superficie más de cuatro veces la España y doblando la de México, lleva milenios cubierta de hielo. Solo al final de la última glaciación, hace unos 12.000 años, empezó a mostrar una parte creciente de su tierra. Aquel deshielo, generalizado en todo el planeta, marcó el inicio de una nueva era, el Holoceno, con unas condiciones climáticas más benignas que permitieron el progreso de los humanos. Aun así, Groenlandia alberga tanto hielo como para subir el nivel del mar en siete metros si se derritiera por completo.
Ahora, un grupo de geólogos y glaciólogos ha estimado la dinámica de la capa de hielo de la parte suroeste de la isla desde inicios del Holoceno. Eligieron esta región porque es la que mayor porción de tierra libre de hielo tiene, lo que facilitaba el estudio de los movimientos de la capa helada. Para las décadas más recientes lo han tenido relativamente fácil. Gracias a los sistemas de medición instalados en los satélites ahora y en aviones antes, los científicos han podido calcular las pérdidas (y ocasionales ganancias) de masa de la capa de hielo.
Los glaciólogos usaron núcleos de hielo y la presencia de un mineral en las rocas dejadas atrás por los glaciares para estimar el clima de hace 12.000 años
Pero la medición se complica al remontarse siglos y milenios atrás. Para lograrlo, los autores de este trabajo, diseñaron un modelo apoyado en los datos actuales y lo completaron con una serie de pistas indirectas del pasado. En particular, analizaron núcleos de hielo extraídos de la capa helada que, como los anillos de los árboles, les permitieron estimar la temperatura y las precipitaciones casi anualmente para recrear la climatología de entonces. Otra de las fuentes que usaron fue la presencia de un mineral en las morrenas, el material rocoso que queda al retroceder o avanzar un glaciar o capa de hielo.
“Construimos una historia geológica muy detallada de cómo se movieron los márgenes la capa de hielo de la parte suroccidental de Groenlandia a lo largo del tiempo midiendo el berilio-10 en las rocas de las morrenas”, explica el geólogo de la Universidad de Columbia (EE UU) y coautor de la investigación Nicolas Young. El berilio-10 es un elemento químico inestable que se estabiliza en la forma (isótopo) de berilio-9 en un lapso conocido. En ese trayecto sirve como reloj para determinar cuándo una roca estaba enterrada bajo el hielo y cuando este se retiró.
Los resultados de este modelo, publicados en Nature, indican que el deshielo de Groenlandia fue sostenido hasta hace unos 7.000 años. El estudio estima que, en los picos máximos, la ratio de pérdida de masa helada alcanzó las 6.000 gigatoneladas (Gt, cada una equivale a 1.000 millones de toneladas) al siglo. Desde entonces, la isla ha tenido una ganancia leve pero neta de hielo. El trabajo también muestra que, tras un siglo XX de ligero avance del hielo, en las dos primeras décadas del XXI se ha llegado a un ritmo de retirada de 6.100 Gt la centuria. El estudio analiza solo la región sur y central de Groenlandia occidental, así que, escalados a toda la isla, serían muchas más gigatoneladas perdidas.
“Hemos alterado tanto nuestro planeta que las tasas de derretimiento de la capa de hielo de este siglo van camino de ser mayores que cualquier otra que hayamos visto debido a la variabilidad natural en los últimos 12.000 años”, dice en una nota el profesor de geología de la Universidad de Buffalo (EE UU) y principal autor del estudio Jason Briner.
En efecto, el trabajo de Briner no se queda en el presente y proyecta su modelo hacia adelante. Partiendo del ritmo actual de deshielo, estiman la ratio de pérdida para lo que queda de siglo y más allá. El resultado es muy diferente según lo que hagamos los humanos con las emisiones. Si se reducen desde ya, como se acordó en la cumbre climática de París, la porción suroeste de Groenlandia perderá entre 8.800 y 10.600 gigatoneladas, una pérdida que se iría desacelerando a medida que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera volvieran a los del siglo pasado. Pero, de no hacer nada con los gases de efecto invernadero, en el escenario más pesimista, esa cifra podría multiplicarse casi por cuatro: 35.900.000.000.000 toneladas de hielo al siglo.
“Estamos muy cerca del punto de no retorno, pero es difícil decir cuándo lo alcanzaremos.
Ingo Sasgen, Instituto Alfred Wegener, Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina (Alemania)
“Los autores limitan su estudio al suroeste de Groenlandia. En esta zona, ahora y en el pasado los glaciares mueren en tierra, lo que supone que no tienen contacto con el océano. Como sucede con los glaciares alpinos, la pérdida de masa se produce solo por derretimiento, no por desprendimiento”, recuerda Ingo Sasgen, glaciólogo del Instituto Alfred Wegener, Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina (Alemania). Eso implica que los cálculos del presente estudio, en el que no ha intervenido Sasgen, podrían quedarse cortos al no incluir a los glaciares marinos, expuestos no solo al aumento de la temperatura atmosférica sino a la acción de un mar cada vez más cálido.
Junto a un grupo de colegas, Sasgen publico en agosto pasado un trabajo que estimó que en 2019 la parte suroeste de Groenlandia perdió más del doble del hielo estimado ahora. “Las perdidas anuales de 2019 y las de 2012 [segunda marca histórica] serán comunes dentro de 50 años”, anticipa el investigador germano. “Estamos muy cerca del punto de no retorno, pero es difícil decir cuándo lo alcanzaremos. Por desgracia, este estudio no tiene la respuesta. Una estimación conservadora estipula que el momento en el que no habrá vuelta atrás se producirá cuando las nevadas del invierno se derritan por completo en verano. Eso fue lo que pasó el año pasado”, destaca Sasgen. “Cuando las pérdidas de esta magnitud se hacen cada vez más comunes y no son la excepción, habremos cruzado el punto de no retorno”, alerta.
Aún sin poner una fecha concreta, Sagen cree que, de seguir el curso actual de emisiones, el colapso se producirá este siglo. De la misma opinión es el investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad de Alaska Fairbanks (EE UU) Andy Aschwanden, que ha revisado el estudio de Briner y Young. “En una versión resumida, se asume que el punto de no retorno sucederá cuando el balance de la masa superficial sea negativo, que se derrita más hielo de la superficie que la cantidad de nieve que caiga. Pero, como Groenlandia también pierde hielo en el océano, el momento real se producirá antes”, dice en un correo. En el caso de una reducción drástica de las emisiones, “el hielo de Groenlandia encogerá pero no desaparecerá”, comenta. Pero, en caso contrario, concluye, “las estimaciones fijan el punto de inflexión en torno al 2050”.