Eran días difíciles.
El cerco contra Venezuela, imponiendo a Guaidó, estaba consumado. Un presidente proclamado en un «parque» para apoderarse, con ello, de CITGO y de muchas más empresas en el exterior, como la petroquímica en Colombia, Monómeros. Este intento, mediante el impulso de sanciones extraterritoriales, buscaba ahogar la economía del país y hacerlo «caer».
En ese contexto, muchos países de América Latina se sometieron a los mandatos «de arriba». República Dominicana, en sus etapas PLD, que siempre se mostró respetuosa incluso en los duros años de Chávez, con quien tenían acuerdos mutuamente beneficiosos, se sumó peligrosamente al papel del lacayo más bochornoso en mucho tiempo, no visto.
Momentos difíciles.
La Embajada de Venezuela en el país, dejó solo a los imprescindibles. Era posible que se temiera incluso, una ocupación del local porque, en el preciso momento en que un país decide «acatar órdenes extranjeras», todo es posible.
Maduro y Venezuela resistieron. La crisis, no obstante, provocó una devaluación increíble de la moneda y un éxodo sin precedentes.
Hoy, Guaidó, con sus millones, se refugia en Miami, lejos de la población de su país al que ayudó a empobrecer, mientras las aguas retoman su nivel y a Maduro ahora le llaman presidente y no dictador (como debe ser, porque lo es). La casi quebrada Monómeros vuelve a manos bolivarianas, pero el dolor de estos años, nadie puede curarlo.
Guaidó es hoy como un condón usado, pero la historia se repite, como con Cuba: aquellos que causan daño a sus países terminan en paraísos del «norte» viviendo la dulce vida, mientras sobreviven las fotos de ese bochornoso capítulo donde Danilo Medina, ex presidente de la República Dominicana, fue capaz de reunirse en una «casa de campo», luego de esperar en una «sala» como un empleado, en un evento que seguramente no fue para nada sano.
Los pasos ambiguos de Medina, aceptando a China (con o sin la venia de EE. UU., nunca lo sabremos) y el acoso a Venezuela por orden del norte, dibujaron el escenario para que, al final, como «súbdito al fin», una llamada imperial de Pompeo lo hiciera abandonar su intento de perpetuarse en el poder (hasta por la vida legislativa).
Los países a veces aplauden y otras lloran; el papel de República Dominicana en el tema Venezuela se analizará en profundidad algún día, aunque quizás hoy no sea el día justo.