Reconozco que necesito musas implacables que estrujen mi mente, me provoquen, me saquen de mi rutina, muevan mi entendimiento hasta la saciedad y me gusta que no me den tranquilidad para tener una vida de emociones que se traduzcan en letras que sin tanto cliché ni educación literaria plasmo provocativamente como quien orina un hormiguero.
Los lectores críticos hacen falta, incluso, hasta los que temporal o permanente se convierten en haters (odiadores) como una forma de darle sentido a sus propias vidas cuando toman a mi persona como target (objetivo) a su desdén, vida aburrida o quien sabe es su gozo, diversión, la esperanza de molestarme.
Guillermo Moreno, presidente de Alianza País (dominicana, hay versiones con mismo nombre en cada nación), debe tener una foto de Leonel al final de uno de los pasillos de su casa por donde justo en las mañanas él tenga que transitar, pues es obvio que el ex-presidente del PLD y hoy líder de la Fuerza del Pueblo es su musa inspiradora sin que sepamos a ciencias ciertas si es una estrategia o una patología evidente.
Con su partido en crisis, con un país en crisis postpandémica donde se requieren los mejores esfuerzos de todos, la Fuerza del Pueblo se esmera en hacer una oposición responsable y Moreno en hacerle oposición solo a Leonel Fernández, como si la historia del país estuviera acotada en el periodo que el otrora Bochista gobernó.
Es claro, si, que Guillermo Moreno tiene la razón y los «delitos» ocurridos en ese período de gobierno y sus actores parecería que se están «lavando» y se sabe que la Fuerza del Pueblo en sus ansias del «entren to'» ya posee dentro gente buena y malandros, pero fijar la vista no en el país, no en la corrupción, toda, no en la impunidad galopante de la que realmente aquellos gobiernos del «León» son iguales cómplices o culpables, sesgar y apuntar a una sola persona es realmente cuasi patológico y teniendo en cuenta el descalabro de militancia y la frustración de muchos porque la alternativa que constituian Alianza País y Frente Amplio no solo pierden el discurso transformador sino que se comen hacia adentro, que el presidente de uno de esos partidos parezca enamorado de Leonel Fernández y devenga como un mal cineasta a reeditar una campaña denotativa que antes no le dio resultado, da mucha tristeza