Si hay que colaborar, que se colabore, sin injerencia
República Dominicana no debería pedir bajo ningún contexto «intervención internacional» en el vecino país, pues estas un día, bajo justificaciones parecidas, lo hicieron en la tierra de Sánchez y Mella, masacrando sus hijos a un lado y otro de Santo Domingo.
Las intervenciones en Haití no trajeron la paz, sino muchos millones que terminaron en manos de ORGs en un movimiento circular de «ayuda internacional» basada en la corrupción y el arribismo, dejando miseria, enfermedades y violaciones donde quiera que pasan.
La vida es difícil de entender y aunque la preocupación sea creciente, no queda más remedio que reforzar el control interno de ilegales, cerrar la frontera, luchar contra la corrupción del tráfico de personas y no inmiscuirse en la vida interna de Haití como garantía que nadie mañana, con ese pretexto, se inmiscuya en la de la República Dominicana.
La última de las injerencias, fue protagonizada por el anterior gobierno en el «tema Venezolano», creando un peligroso cisma entre ambos países por apoyar el seguro intento de Golpe de Estado protagonizado por Guaido, teniendo ahora que buscar «reparar» las relaciones pero dejando una estela, entendible, de no confianza.
La no intervención en temas de otros países es la principal base para exigir el respeto a la Soberanía Nacional, soñada por los héroes de la patria y siempre dinamitada por discursos subyugues a las políticas de los Estados Unidos.