Es claro que los haitianos tienen superpoblado a la República Dominicana más allá de lo que cualquier sociedad pusiera permitir.
Es cierto que el descontrol de la emigración podría ser un problema en caso de que el resentimiento que existen entre las clases políticas, de lado a lado, históricas, amenace un día en desatarse en violencia.
La «invasión silenciosa» podría devenir en una balcanización tipo Kosovo, donde extranjeros reclamen mañana un pedazo de territorio nacional para sí, con las consecuencias que esto tiene, como el centro cuasi «autónomo» que había creado en el llamado Hoyo de Friusa, que el estado Dominicano no puede admitir.
Sin embargo… durante décadas se ha mirado al lado frente a quienes son los que «trafican» con personas y los traen, desregulados, para que trabajen en condiciones infrahumanas en agricultura y construcción, básicamente.
Durante muchos años vimos mujeres con niños «alquilados» en brazos que durante los fines de semana pedían en las esquinas a sabiendas de que eso era un «negocio», mientras que las torres caras en la capital dominicana la construían, en muchos casos, para evitar generalizaciones, «nóminas» que ni cumplían el 80/20 requerido por ley y menos, las regulaciones del empleado.
La contratación desregulada a ilegales ha fomentado el tráfico de personas, no sabiendo hoy de donde llegan tantas embarazadas que cruzan, paren en República Dominicana y luego, se marchan, socavando el sistema de salud, aún no se queden residiendo en el territorio nacional.
Algunos que se hacen llamar «nacionalistas» hablan de «invasión» pero no de quien las organiza y quien permite que el «invasor» quede alimentándose en territorio nacional, la verdad hay que decirla y si aún hay tiempo, regular.
Cualquier ley que implique luchar contra el tráfico de personas, el enriquecimiento ilícito basándose en la explotación cuasi esclava de seres humanos, debe ser pensada, leída, consensuada, lejos de grupos que no solo no han sido parte de las soluciones a un problema tan serio, sino que no han desnudado realmente las graves prácticas que han llenado el territorio de ilegales… traficados.
Los verdaderos nacionalistas deben velar por la integridad del territorio nacional, velando porque la inmigración y el tránsito dentro de la República Dominicana sea regulado, igual, las contrataciones, pues, solo mediante la ley, es como un sistema verdaderamente democrático puede subsistir en un contexto de una frontera que no podemos borrar por ser un fatalismo que nos puso ahí la historia.
Los pueblos están obligados a entenderse, cada quien en su lado es responsable de su futuro y solo con leyes maduras, es que se puede lograr, apartando de las discusiones, posiciones obtusas, irreales y «guerreristas» que, por ignorancia o por conveniencia política, no solo obstruyen las buenas intensiones de terminar un problema histórico, sino que buscan o podrían provocar enfrentamientos internos y externos en prejuicio a la República Dominicana.