Estamos contemplando impasiblemente el descalabro de la ciencia política en RD y por consiguiente de las agrupaciones que la sustentan
Santo Domingo RD.- El Dr. Julio A Altagracia G señala que es oportuno iniciar estas reflexiones formulando un llamado ferviente al liderazgo político de nuestro país, enarbolando el sublime pensamiento de fundador de la Republica Dominicana, el insigne patricio Juan Pablo Duarte, cuando dijo “La política no es una especulación, es la ciencia mas pura y las más digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”.
El accionar político que estamos viviendo nos obliga a valorar críticamente, lo distante que estamos de los criterios del Cristo de la Libertad, como atinadamente bautizó el presidente Joaquín Balaguer, al redentor de nuestras libertades, para que hagamos un dramático alto en nuestra conducta desacertada y enrumbar sin pérdida de tiempo, nuestro quehacer político por las vías de respeto a los demás y con la altura y la dignidad que debemos exhibir como personas civilizadas, puntualiza el presidente del Partido PVUD.
El oficio de la política en RD, se está conduciendo por un camino cuyo final será traumático y de consecuencia impredecible, si Dios no mete sus manos y el liderazgo nacional asume conciencia del daño que se está haciendo, y en un acto reflexivo se decide a dar un vuelco y retomar sin vacilaciones el camino de la decencia y el respeto a la dignidad de las personas, procurando que sus intervenciones
públicas a través de los medios de comunicaciones, fundamentalmente en las redes, se sustente sobre críticas y opiniones verosímiles, cuidándonos de no convertir la bella libertad de expresión en una especie de libertinaje, donde se permite decir y hacer cualquier cosa sin importar los niveles de ignorancia, estupidez o maledicencia, con la única intención, las más de las veces, de dañar, ofender o confundir, dice el Dr. Julio Altagracia.
Los niveles de degradación en la política que se está propiciando y que luce promovidos por conveniencia personal, se percibe inducido con la irresponsabilidad y resentimiento, prohijado o permitidos, son de tal magnitud que se confunden los valores, pretendiendo que las picardías y las acciones innobles se equiparan o pudieran ser superiores inclusive, a los méritos bien ganados en base a honorabilidad, algo que jamás podrá compararse bajo ninguna circunstancia.
El Dr. Altagracia ve con malas artes y estrategias cuidadosamente elaboradas se desarrolla una marcada campaña política con el aparente propósito de desdibujar y reducir la figura presidencial y las acciones del Presidente de la República, sin importar lo noble que sean, criticando aviesamente y sin fundamento la conducta y el trabajo del ocupante de la mansión presidencial, con el único propósito de confundir y presentarlo ante la opinión pública, como uno más, sin diferencia alguna, partiendo del criterio de que todos somos iguales.
Se podrá entender que nuestros criterios sugieren que estamos rechazando el hecho de que se critique al Presidente de la Republica y se cuestionen sus acciones, pero no es así, compartimos plenamente las libertades de que goza el pueblo para disentir y criticar las acciones de cualquier servidor público, desde el más humilde, hasta el Presidente de la República, pero observo el debido respeto y la prudencia, cuando tenemos el privilegio de tener en la primera posición del estado a un hombre que ha dado muestra palpables de recibir con humildad las criticas objetivas y positivas cambiando de rumbo sin miramientos cualquier decisión, al entender que las observaciones hechas por los ciudadanos estaban bien fundamentadas así lo expresa a este medio de comunicación el Dr. Julio Altagracia.
El liderazgo político nacional debe asumir conciencia de que hay normas que jamás debemos ignorar en nuestra conducta y una de ella es el respeto a los valores, rechazando cualquier comportamiento que conduzca a disminuir los niveles de la política y dignidad de la figura presidencial.
Sobre ese criterio nos permitimos hacer una reflexión particular orientadora y sustentada en las siguientes consideraciones, que debemos tener muy presente. Desde el año 1844 hasta la fecha, el sistema político dominicano ha estado signado por el presidencialismo, independientemente de quien ejerza la función de Presidente de la Republica.
Nuestra constitución establece la división de Los Poderes del Estado Dominicano, en tres. De esos tres Poderes, El Ejecutivo, aun cuando no es el principal, tiene unos atributos que le confiere una jerarquía institucional. El Presidente de la República, quien encarna el Poder Ejecutivo, es el Primer Magistrado de la Nación. Es el jefe de la administración pública. El sistema político nuestro coloca al Presidente en un lugar preponderante con relaciones a los otros Poderes del Estado. De ahí que en la cultura y practica de nuestra nación, la figura del presidente ha sido considerada como la del más alto servidor del Estado, rodeado de prerrogativas y facultadas que le imprimen poder y autoridad suprema.
El Presidente de la República, es el único funcionario en el que los símbolos nacionales engalanan su atuendo presidencial. Su pecho se ve orlado por los símbolos patrios que representan toda la soberanía nacional. Independientemente de quien haya sido elegido democráticamente para esa elevada función pública merece todo el respeto y la máxima consideración de todos los ciudadanos, por estar envestido de tan simbólica jerarquía. Es de mal gusto y manifiesta poca cultura cuando personas intolerantes e irreflexivas lanzan insultos o usan expresiones descompuestas para referirse al presidente de la nación.
Los términos injuriosos y ofensivos hacia el Presidente de la República, se ven como expresiones propias del atraso político y cultural. Se puede disentir políticamente con acciones del presidente, pero debe ser con altura y respeto a su alta investidura de ser el Primer Magistrado de la Nación. Debemos observar con preocupación la forma como se maltrata esa figura emblemática de nuestro país y lo peor aún que lo estamos tolerando con marcada indiferencia, así lo expresa el presidente de uno de los partidos emergente PVUD.
También son merecedores de distinciones semejantes quienes han ostentado la posición de presidente de la república, así como los vicepresidentes y los exvicepresidentes de la república. Actuemos con responsabilidad y contribuyamos a la construcción de un mejor país. No permitamos que nuestras acciones políticas sigan degradando ese noble oficio. Volvamos a la Cartilla de Moral y Cívica.
Es un deber cívico que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos nos agradecerán.