Haber entrado en el juego de la globalización tras la disolución de la Unión Soviética sí que ha traído considerables beneficios económicos a Rusia. No obstante, la adopción de este modelo ha supuesto un factor de vulnerabilidad para el gigante euroasiático, tal y como se ha vuelto a evidenciar en los últimos meses, quedándose demostrado que este sistema permite ‘cancelar’ a cualquier miembro con una «facilidad» tremenda. Lo escribe Andréi Kostin, presidente del banco VTB, el segundo más grande de Rusia, en un artículo titulado ‘Empezar desde cero’.
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El destacado economista sostiene que, al haber tomado este rumbo, el país entró en un juego donde las reglas fueron diseñadas por otros, sin su participación. Unas reglas que no sólo excluían la participación de Rusia en los temas clave, despreciando sus intereses nacionales, sino que además tampoco comprendían un diálogo equitativo y respetuoso. Entre otros ejemplos, Kostin cita el ninguneo a las preocupaciones rusas en materia de seguridad. Además, constató que en los 16 años de la membresía en el grupo G8, a Rusia no se le concedió el derecho a abordar de forma igualitaria las cuestiones financieras y económicas.
Fue en 2014 cuando Rusia pudo sentir seriamente los riesgos de la integración en el mercado global y estructuras políticas occidentales, cuando grandes bancos nacionales fueron privados de los mercados de capitales de Occidente, al tiempo que algunos hasta fueron desconectados de sistemas de transacciones financieras. “Sea como sea, hoy esta página en las relaciones entre Rusia y el ‘Occidente colectivo’ está cerrada”, subaraya Kostin, al exponer las prioridades del sector financiero nacional en esta nueva etapa de desarrollo del país.
Entre otros planteamientos, el banquero subraya que “la tarea numero uno es ayudar lo más pronto posible a recuperar, o crear de nuevo, cadenas de producción, logísticas y de comercio, adaptando paralelamente las herramientas y las posibilidades de sistema financiero a las presentes circunstancias”. De acuerdo con Kostin, Rusia debe “relanzar” su sector industrial, sustiuyendo las importaciones siempre y cuando sea posible, algo que, por un lado, requiere “considerables recursos financieros”, pero, por otro lado, Rusia sólo puede contar con sí misma.
Asimismo, Kostin insiste en que las sanciones son para largo “La globalización en su versión anterior ha terminado. Todo apunta a que el mundo volvería a estar dividido en ‘amigos’ y ‘enemigos’. Es la Guerra Fría 2.0”, afirma en su texto, donde constata que, según las recientes declaraciones de la canciller británica, Liz Truss, el acceso al mercado global sólo será permitido para los señalados por Occidente como ‘buenos chicos’. Rusia ya no entra en este ‘club’, al tiempo que el siguiente en ser expulsado sería China, dice el banquero.
Según Kostin, ante este escenario, Rusia tiene que seguir desdolarizando y deseurizando su economía, pasando al comercio en monedas nacionales con los países amistosos a través de unos canales de transacciones seguros y protegidos. En esta línea, abogó por activizar estos mecanismos dentro del grupo BRICS, integrado por China, Rusia, la India, Brasil y Sudáfrica, cuyas economías constitiyen la cuartra parte Producto Interior Bruto global. “Depende de nosotros lo que va a pasar en el futuro. En los negocios, al igual en los deporrtes, opera el siguiente principio: para ganar, antes que nada hay que jugar. En esta ocasión, con nuestras propias reglas”, concluye Kostin.