Dos intentos de asaltos en menos de una semana obligaron a María Collado, una empleada del área administrativa de un centro de salud ubicado frente a la Ciudad Sanitaria Luis Eduardo Aybar a pedir cambio en el horario de entrada, en vez de las 6:00 de la mañana como estaba establecido, pasó a entrar una hora más tarde.
Con frecuencia los pacientes también solicitan cambios de hora cuando les colocan la cita de consulta muy temprano para evitar ser víctimas de asaltos. Además, tanto empleados como pacientes han adoptado otras estrategias para evitar ser víctimas de la delincuencia.
Algunos, cuando se quedan en las rutas cercanas, esperan que lleguen otras personas que vayan al hospital para caminar en grupos, pero en muchos casos ni así se escapan, aseguran personas que tienen negocios o viven en los alrededores de la ciudad sanitaria, donde funcionan varios centros de salud.
La puerta del quiosco donde Francisco Barrientos vende empanadas y otros comestibles es violentada con frecuencia. “Aquí atracan de día y de noche, yo no dejo nada aquí dentro, porque lo abren y hasta los candados intentan llevárselos”, asegura como forma de describir la inseguridad del lugar. Afirma que después de las 7:00 de la noche, nadie se atreve a andar por la calle frontal del complejo hospitalario Luis Eduardo Aybar, ubicado en el sector María Auxiliadora, en el Distrito Nacional.
En los alrededores del hospital Francisco Moscoso Puello, en el Ensanche Luperón, el robo de carteras y celulares es un hecho común, aseguran pacientes y vendedores ubicados en los entornos.
Eso es la “comida diaria” describen Antonio López, presidente de la parada de motoconchistas que funciona en una de las esquinas del centro, y Julio Montás (Julin), un residente de 52 años del sector Capotillo, quien hace su vida en los alrededores del hospital.
El riesgo de ser asaltado también es conocido por los empleados del hospital. Algunos usan como estrategia el andar con lo mínimo. “Yo vengo solamente con el pasaje, no traigo cartera, ni nada más, porque imagínese atracan a los que son de esta zona, imagínate lo que pasa con los que venimos de lejos”, comentó una de las empleadas del centro.
“Uno lamentablemente ve impotente cómo vienen y les quitan a las personas hasta lo de comprar la medicina”, dice López, quien ve necesario que haya una mayor vigilancia policial, sin que ello implique mantener en zozobra a los que viven del motoconcho.
Empleados víctimas de asalto
En el Darío Contreras personal de salud, sobre todo mujeres, esperan turnos de salida de otros compañeros o buscan apoyo en familiares de pacientes para cruzar acompañados determinadas zonas o calles próximas al centro.
Durante el recorrido realizado por LISTÍN DIARIO para realizar esta serie de reportajes, una de las enfermeras del Darío Contreras preguntó en varias ocasiones si el equipo se dirigía hacia la avenida Venezuela, y al sentir tanta insistencia, surgió la pregunta, ¿por qué quiere saber? Su respuesta, un poco tímida fue: “Es que me han atracado varias veces y no quiero caminar sola”.
Como ella, otros miembros del personal de ese centro de salud han sido asaltados y también pacientes, quienes deben esperar a otros compañeros para salir en grupo y así tratar de evitar ser víctimas de los desaprensivos.
En los alrededores de la Plaza de la Salud pasa una situación similar, pues hasta los choferes de transporte público han sido víctimas de asalto.
Solo bastó preguntarle a un chofer de transporte público sobre la situación en esa zona, para que se desbordara contando los recurrentes asaltos que ocurren, principalmente en la noche.
“Nosotros solo escuchamos los gritos, y lamentablemente no podemos hacer nada, porque después nos atacan a nosotros”, comentó un chofer que tiene más de 15 años en esa ruta.
A esa problemática en los alrededores de la Plaza de la Salud también se suma la prostitución.
Desde que comienza a oscurecer, comienzan a salir transgénicos, gays y mujeres a ofertarse en las calles de esa zona.
Normativas
Los centros hospitalarios que ha recorrido LISTÍN DIARIO para observar las condiciones de su entorno, además de la significativa arrabalización que presentan, se encontró con que estos no cuentan con las señales e instrumentos para facilitar y controlar el acceso de los visitantes.
Las señales de tránsito necesarias para mantener el orden y la seguridad de las personas son escasas o están mal ubicadas.
Tomando en cuenta que los hospitales son centros de concentración de personas, que requieren cierto nivel de tranquilidad dentro de su proceso de recuperación o consulta, el toque de bocinas o el uso de perifoneo debería estar prohibido a decenas de metros de su alrededor, sin embargo, no se observaron señales que indiquen su prohibición, ni por tanto, agentes que lo impidan o sancionen.
El acceso “a pie” a los centros de salud es riesgoso para los peatones, más aun para los que poseen alguna condición o utilizan alguna herramienta para poder desplazarse como muletas o sillas de ruedas.
En el caso del Hospital Materno Infantil San Lorenzo de Los Mina, muchos de sus pacientes acceden por su parte frontal (avenida San Vicente de Paúl), donde hay un flujo vehicular importante, sin embargo no hay un paso peatonal marcado, semáforo especial o acceso a través de rampa para los discapacitados.
Tampoco hay agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett) u otra autoridad que les otorgue preferencia a los pacientes que llegan en transporte público, ante la impaciencia e imprudencia de los conductores.
De igual forma, no se observaron reductores de velocidad o señales de limitación en ese sentido, para facilitar el paso peatonal de algún paciente o familiar.
Igual situación ocurre en los hospitales General Doctor Vinicio Calventi y General Regional Doctor Marcelino Vélez Santana, este último si posee algunas señales con el signo de hospital, pero poco visibles y de igual forma permanentemente incumplida.
Varios visitantes de los hospitales observados se quejaron en ese sentido, especialmente de los motociclistas, mientras que otros reaccionaron de manera indiferente. “Aquí nadie te da paso, ni siquiera porque ando con mi mamá que es una persona mayor”, expresó Maritza, una joven que acompañaba a su madre a realizar unos análisis al Marcelino.
La Ley
En su artículo 237, numeral 18, la ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial de la República Dominicana prohíbe el estacionamiento de vehículos en, o próximo a accesos de hospitales, sin embargo, esta prohibición carece de evidente ejecución.
Asimismo, la misma ley, pero en su artículo 266, numeral 6, indica que los conductores deberían reducir la velocidad en las cercanías a lugares que lo ameriten, pero es otra prohibición sin ejecución.
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CUIDADO DE LOS ALREDEDORES BENEFICIA TURISMO DE SALUD
Para el presidente de la Asociación Dominicana de Turismo de Salud, doctor Alejandro Cambiaso, el cuidado de los entornos de los hospitales es fundamental para el turismo de salud, por lo que se deben crear zonas hospitalarias con ambientes libres de humo, de contaminación sónica, de venta de comida chatarra, de basura, de prostitución y discotecas, además de garantizar cordones de seguridad en todo el entorno.
Recuerda que la primera impresión del turista que viaja por motivos de salud es el entorno del centro asistencial, por lo que eso debe cuidarse, “no puede ser que al cristal del vehículo donde va el paciente y su acompañante le tiren una esponja mientras espera el cambio de semáforo, que haya frituras instaladas, venta de ropas y otras mercancías”.
Reveló que muchos de los inversionistas que vienen al país en el campo de la salud piden la limpieza de esos entornos y manifiestan inquietud en ese sentido.