Como pandemia se extiende la cualquierización de los escenarios, el descontrol se adueña de los eventos que seguro, se confunde con la falta de respeto al necesario y eterno Señor Protocolo.
No ha sido de repente pero llega a ser verdaderamente preocupante por los niveles alcanzados.
Hace poco, cubriendo un evento en la Dirección de Embellecimiento, en Santo Domingo Este, una institución gubernamental, en un traspaso de mando, el evento mutó de acto institucional a una reunión partidista, siendo el primer mal sintoma la entrada desorganizada de los invitados (todo el mundo), el no espacio a la prensa y la no personalización de los puestos a ocupar y, aunque hicieron el intento, al final el resultado fue un desastre.
El Domingo pasado, la rendición de cuentas del senador Antonio Taveras, aunque el resultado en «pantalla» se vió bien, el protocolo fué inexistente, literalmente, nadie para recibir a personalidades ni asisntos reservados para estos, fue, lástima, un «entren to» y sientense donde puedan.
Los Eventos cercanos en la Alcaldía de Santo Domingo Este tienen el mismo mal, aun cuando si hay quien te «detecte» y te lleve, adolece de otros tópicos importantes de organización.
En un evento realizado en el Instituco Tecnológico de San Luis, Santo Domigno Este, el anfitrión nombró al alcalde del municipio de último, y debio ser el primero.
Para colmos, las últimas visitas presidenciales a Santo Domingo Este, lo elemental, el pasar listado de invitados, colocó a los necesarios anfitriones dispersos además, en sus asientos. Un desastre total, sobre todo en la entrega del nuevo local de Comedores Económicos siendo el mismo incumbente mencionado de quinto.
El protocolo, que se rige por normas estrictas, es quien no solo imprime respeto a quien asiste a un acto sino que además, da signo, al menos en apariencia, de organización y si lo matan, todo lo demás, seguro, sale mal.

