El puente entre la emoción y la razón es en el que camina Argentina al opinar sobre el futuro del submarino ARA San Juan. En un extremo se colocan los que asumen que el buque debe quedarse donde está, a unos 900 metros de profundidad en las aguas del Atlántico Sur. En otro, un sector de los familiares de los 44 tripulantes que se hundieron, hace poco más de un año, con la nave frente a la costa de Comodo Rivadavia (Patagonia argentina). Estos son los que exigen recuperar los cuerpos de los suyos al precio que sea, aunque la cifra supere los cuatro mil millones de dólares.
El ministro de Defensa, Oscar Aguad, agitó las aguas del drama al reconocer que «sería un disparate invertir cuatro mil millones de dólares» en recuperar el ARA San Juan y subirlo a la superficie. La cifra es una de
las que se baraja como posibilidad pero Aguad advirtió que, además, «es imposible. No existe la tecnología adecuada». En una entrevista con el canal de televisión América, el ministro recordó: «Hay un 30 por ciento de pobreza en Argentina». El dato lo deslizó para justificar que, incluso en el caso de que se desarrollara una tecnología adecuada, destinar esos fondos para el submarino no era la mejor idea.
Enrique Balbi, submarinista, capitán de la Armada, exportavoz de la Fuerza cuando estalló la crisis del submarino y recientemente designado agregado militar en Estados Unidos, observó, «los submarinos que se han intentado rescatar, todos, descansan en el fondo del mar». Balbi se refería a naves que estaban en aguas profundas y no como la rusa Kursk, localizada, «a cien metros» y que «media 150 metros». El caso del ARA es totalmente diferente al medir poco más de 66 metros y, además, «implosionó».
El submarino se encuentra empotrado en una especia de grieta del lecho marino, a 900 metros y hasta la empresa que lo dscubrió Ocean Infinity ve la operación como algo remoto. En cualquier caso, familiares de la tripulación insisten en movilizaciones para presionar al Gobierno a que financie lo imposible. La madre de Ricardo Gabriel Alfaro, uno de los marinos que yace en el fondo del mar, insistió desde el puerto de Mar del Palta, destino original del San Juan, en pedir «que se reflote la nave y nos digan toda la verdad. No vamos baja los bazos». No opina lo mismo Jorge, padre de Fernando Villarreal, –según recoge la prensa local–, que afirmó: «Saber donde yace es suficiente tranquilidad».
Por su parte, Marta Yañez, la juez federal que entiende la causa, planteó la necesidad de un «exhaustivo informe que nos diga a ciencia cierta los riesgos técnicos y el costo económico y humano» para pronunciarse.