El Gobierno ofrece diálogo pero despliega militares y policías en Quito para contener a los manifestante, movilizados por la crisis económica
Quito aguardaba la noche de este lunes la llegada de las multitudinarias marchas indígenas con un fuerte despliegue de militares y policías en puntos claves de la capital de Ecuador, como el palacio presidencial o la Asamblea Nacional. Las marchas convocadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas desde hace ocho días pretenden tomarse el centro histórico para protestar por la carestía económica nacional y para presionar al Gobierno ecuatoriano hasta que alivie las estrecheces provocadas por el encarecimiento de los alimentos y de los combustibles. Como reacción y con las imágenes aún frescas de las violentas movilizaciones de octubre de 2019, que duraron 20 días, el presidente Guillermo Lasso decretó un nuevo estado de excepción en las provincias afectadas por el paro general y por el bloqueo de carreteras.
Rige el toque de queda en la ciudad andina desde las diez de la noche hasta las cinco de la mañana para limitar la libertad de circulación y reunión en la calle. Las restricciones estaban vigentes en tres provincias de la zona andina ecuatoriana desde el viernes pasado, ya que se preveía que las manifestaciones se intensificarían durante el fin de semana. Este lunes, con el avance de las marchas hasta los puntos de entrada de Quito, el Ejecutivo reemplazó ese estado de excepción por uno nuevo extendido a las seis provincias en las que el bloqueo de carreteras y las paralizaciones forzadas de actividad productiva han generado pérdidas millonarias, según los cálculos y aseveraciones gubernamentales.
Con esa maniobra, además, el mandatario latinoamericano sortea un golpe de gracia político que pretendía configurar contra él su oposición en la Asamblea. Legisladores de Pachakutik, el brazo político de las organizaciones indígenas, habían juntado los votos suficientes con la bancada de UNES, afines al expresidente Rafael Correa, para cuestionar y desactivar el estado de excepción y con eso, dejar en el aire la fuerza del Estado contra los manifestantes. Con el formalismo de reemplazar el decreto del pasado viernes por uno nuevo este lunes, Lasso ganó tiempo y aplazó esa interpelación en su contra a otro día que no coincida con las jornadas más intensas de protesta.
“Hemos tendido la mano, hemos llamado al diálogo”, lanzó el presidente en un vídeo en Twitter. “Pero ellos no quieren la paz; ellos buscan el caos. Quieren botar al presidente, yo estoy aquí, yo no voy a escapar”.
En ocho días de marchas y enfrentamientos, los manifestantes han protagonizado episodios violentos contra ciudadanos y transportistas que quieren atravesar las vías. La policía, por su parte, ha reprimido el avance de las marchas con gases lacrimógenos y en ambos bandos denuncian tener decenas de heridos. Este lunes se ha confirmado la muerte de un joven de 22 años que se precipitó por una quebrada a las afueras de Quito.